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Yo voy y vengo y trato. Encierro en minúsculos segundos esas cosas que me producen placer. Creo entre puntos, entre un punto y otro, en ese espacio creo. Moscas en la casa... como dice Shakira. En "pashama", sentado en la cama, leyendo el escrito de alguien más, posición de yoga, codos sobre los muslos y los puños en la barbilla: todo parece lejano, hasta inexistente. Encender la calma, apagar el miedo. Me duele el silencio en la boca, me arde. Todo lo que quiero es encontrarla, sí, encontrarte. ¿Por qué nos aferramos, tú y yo, a la sonrisa cristalina de una idea simplista, sin gracia, por segura, por infalible que se muestre? ahí vamos, quebrándonos la cara contra el suelo, impacientes, jajajaja... ¿sabés a lo que me refiero, verdad? Escribiste algo en las nubes, en el dibujo fulminante del relámpago en el horizonte. Una abeja en la cabeza, una mosca en el cachete. La canción no decía mucho, era la voz del tipo la que me mataba. Estaba suspirando en la carta, cuando la escribí... no sé si lo notaste. Tengo ganas de unos aritos de cebolla de Burger King. Ya se me acabó la batería de la compu... ya la conecté. Soy un pasivo compulsivo reductivo conflictivo tangente: reprobado. Ahí vamos, sobreviviendo. ¿Así?, ve pues. Ya funcionó la red, estamos en línea. And I don't know what to do... please just save me from this madness... ya tiene el pelo largo usted. Post. Lloré un poco porque no lo entendí. Ahí estaba sentada mi abuelita, en el cuarto del hospital, con sus ojos tristes, con la mascarilla puesta mientras la nebulizaban, me volteó a ver pero esta vez no dijo palabra alguna, sólo me vio y regresó la mirada al suelo. Ya no sé diferenciar entre lo bueno y lo malo, ¿qué pasa si le abro las puertas a la aventura?, ¿me perdonarán algún día?. Necesito un crédito revolvente. Es que es ella, pero al mismo tiempo no es ella. Cómo nos quitan de tiempo las mujeres, cómo nos quitan de vida. A veces escribo por inercia. Letras de porquería, no logro que digan "eso". "Eso", ahí está.

¡Gané la puta clase!. Vacié la papelera de reciclaje. Me suicidé con esta, unas cinco veces este año. Me sedujeron su mirada, sus suspiros y sus lamentos. Hasta ahí. Qué pendejada. Ya se fué, se desconectó.

Ellas

La quiero a ella, ella de abrazos y sonrisas, ella que cose mis desperdicios de felicidad y tiempo, ella de tamaño mínimo, ella que me admira sin sospechas. Es que tengo dudas a veces, dudas de mi, dudas del cielo y de todo esto que parece bueno. Yo mismo no puedo ser tan bueno. De quedar bien se ha tratado mi vida: he dejado correr el tiempo.

A veces me pregunto si el consuelo de saber que he tratado es suficiente. La autocrítica es la única constante en mi cabeza: entre esto y aquello, debatiendo, Dios o mis instintos, mis cuestiones o la santidad interesada. Y entre todo, no está ella.

Pero está ella, la de conversaciones fluidas, la de momentos íntimos de sosiego, la de hablar y hablar, ella que no me cuestiona, que me sigue la corriente y me escucha, ella que se acopla a mis ideas. Me enamora, por qué no, su habladuría, su conversación tan propia e interesante: me parece interesante. Por otro lado, su peinado, su estilo fashionista, su despreocupación por el sexo, su apertura hacia todo, su necesidad de descubrir, su fascinación por lo nuevo.

Mas entre todo no está ella.


Pero está ella, la que me guiña el ojo, la de sonrisa pícara, la flaca de gusto por la música ecléctica, la de sonrisa detrás del escritorio, más grande, más distante, menos probable. Ella hablando de sus fiestas, su noviazgo milagroso; yo, mientras tanto, en medio del debate en mi cabeza: ¿cuestionar es mi pecado?, ¿cuestionar es siquiera un pecado?, ¿es mi intención pecar?

Era de llegar encenderlo todo e irme a sentar frente a ella, observarla en el teclado con esa forma tan sensual de mover la boca, los labios, la lengua: su mirada. Y entre todo no está ella.

Tiene que ser ningún requerimiento, tiene que ser la que menos me gusta, tiene que ser la de mente menos abierta, la de mirada menos tierna, la de sonrisa menos enigmática, la que menos se preocupa por todo esto que me preocupa. Ella, porque aunque dentro de ella no esté ella, se le parece tanto...

Como siempre no está en mí la decisión, es cuestión de tiempo y de dinero, de inversión, de interrogantes sin respuesta. Interna-externa, qué más da, siempre es la misma porquería:yo y mis existencialismos exacerbados.

Pregunto

A ver, ¿por qué no te podés mover, por qué no hablás?
¿Por qué estás parado en este universo de histeria, de historias
este mar donde todos hablan, nadie escucha
y lentamente pareciera que la estrategia de la indiferencia
ha surtido efecto?

¿Por qué, mi amor, yo mismo que me hablo,
por qué te has perdido en el intento,
en la gana de querer aportar algo al viento,
algo al soplido de las palabras que viajan en el aire,
algo al suspiro de los poetas,
al lamento de los positivos,
los positivos hipócritas que se lamentan
que agonizan en su sonrisa y su actitud insolente?

¿Por qué, mi niño, yo mismo gritándome,
por qué te has tratado de unir a la masa,
por qué te interesa siquiera moverte,
ver a través del espejo, como esperando,
como soñando desde el otro lado de tu mirada?

¿Y por qué, corazón, te enamoraste,
por qué vendiste lo que eras por lo que querías ser,
por qué has venido a ser un protegido de la gastritis,
el hijo de las infecciones, el amigo de tu dolor de hombro?

Tantas preguntas, ¿por qué nunca hay respuestas?

Celeste

Existen escamas que aún no comprendo bajo mis ojos, algo que impide lamer de lleno la vista y vislumbrar todo aquello que quiero. Es necesario, según dicen, trabajar en la capacidad visual, ejercitarse los ojos, “visionar”…

Todos queremos llegar a algún lado, mientras más pronto mejor, live fast and die fast too… sin embargo nadie sabe a dónde, todos corremos en espiral descendiendo hacia el centro de todo o subiendo, elevándose al infinito: da igual. Nadie se ve, nadie se toca.

Yo creía haber despertado aquella vez, cuando logré finalmente darme una ducha sin sentirme culpable, sin ver reflejado en el azulejo de la pared, la cara de mi desgracia sonriendo vivazmente tras la masa dura de la resignación y el concreto que nos separa. Pero nada es lo que parece y si algo se le parece es totalmente distinto a lo que se creía cierto, es lo que uno aprende y entiende finalmente. Nada.

Y entonces suena el despertador: una voz resonando distorsionada tras la bocina estridente de mi teléfono celular… “A lo profundoooooo… y nooooo, no, no, no, no, nooooo… dígale que no a esa pelotaaaa…” - me estallan los tímpanos. Me incorporo, pies sobre el suelo, me restriego la cara como tratando de desdibujarme las penas que no me permiten descansar mientras duermo y acto seguido empiezo a deambular como zombie por la oscuridad de lo conocido.
Voy lento, a tientas y de repente inicia la carga de mi disco duro: mil millones de datos, números y letras, puntos, picas, pixeles, bits dispersos tomando forma de algo que no entiendo hasta que estoy frente a la regadera. Giro la perilla y el agua inicia su recorrido hacia el vacío. Esta mañana siento cada gota estrellarse contra mi cuerpo, como si mi piel contuviera el ataque de miles de moléculas kamikazes, apartándome del roce imperceptible y sublime de la realidad. Todo inicia labores dentro de mí, menos yo.

Porción mía

Yo, por mi parte,
me desvelo
llenándome la boca de atrocidades,
de virtudes improbables,
desatándome los cables.

Yo, por mi parte,
descreo de la hora que es,
del tiempo que ha pasado.

Yo, por mi parte, reorganizo un par de ideas
deshilo un par de problemas
libero un par de sollozos
asesino un par de suspiros
y me acuesto a dormir.

Problemas guatemaltecos

En Guatemala no
tenemos grandes problemas
de pobreza extrema,
ni de violencia,
ni de corrupción...

tenemos un serio
problema de redacción
y ortografía

Notas

Tomé nota, lo juro, de todo.

De cómo hemos dejado de interconectarnos,
de hablar, de recurrir a lo cotidiano
para comunicarnos.

De cómo esta ciudad, no la física,
sino la que se nos mete por los poros,
ha terminado por hacernos anónimos,
individuales,
movemos más los dedos
para escribir en el mesenyer,
para mandar un mensajito,
que lo que movemos el alma y la boca ya
para comunicar, para decir las cosas.

Somos cualquiera, una pared en el punto,
un punto mayúsculo en el culo del mundo.

Tomé notas, también,
de como este país, el mismo,
se ha plagado de microsociedades,
microculturas, micromundos desechables:

single-service everything.

Ya no intimamos, ya no compartimos,
somos víctimas del inconsciente colectivo,
de la especulación, los regalos del gobierno,
la inflación
y la disputa de Hugo Chávez contra...
contra lo que sea.

Ya no hay librepensadores,
ya no hay rebeldes,
los líderes se han extinguido justo como los mayas;
(o tal vez se hartaron y se fueron a la mierda,
como los mayas...)
todo es marginal,
todos somos parte de una minoría
inmersa en varias minorías
que en conjunto nos llevan a entender
que la gran mayoría somos zombies,
almas errantes, muertos vivientes,
devoradores de cerebros,
de mentes pobres, pobres y dementes
corazón insensato,

¿qué corazón?

Traté de tomar notas,
de anotar todo lo que pude,
de dejar mis complejos y escribir esto con fórmula,
con una metodología que me permitiera alcanzar el éxito.

Y me salió esto: un manojo de ideas criminales.

Me recordó esa parte de esa película donde ese tipo dice:

Everywhere I travel, tiny life. Single-serving sugar, single-serving cream, single pat of butter. The microwave Cordon Bleu hobby kit. Shampoo-conditioner combos, sample-packaged mouthwash, tiny bars of soap. The people I meet on each flight? They're single-serving friends.