Cuestionamientos navideños

1.

¿Cuál es la diferencia entre comprar ropa en la paca, en la 19 calle y en Oakland Mall?, me refiero a la diferencia que importa... ¿meras cuestiones de dinero, seguridad y olor?

2.

Si Jesucristo nació el 25 de diciembre y al morir tenía 33 años y medio, ¿por qué la Semana Santa se celebra entre marzo y abril y no entre junio y julio?

3.

¿Por qué chingados si estoy de vacaciones siento tanto estrés en ésta época?

4.

¿Si los Reyes Magos eran magos, por qué no se teletransportaron o hicieron algo más mágico para el recién nacido Mesías?, bien podríamos decir que Jesús tuvo sus propios Padrinos Mágicos.

5.

¿Por qué si ésta es supuestamente una noche de paz, hay que hacer tanto relajo a las 12?

6.

Si el burro del nacimiento representa la humildad, ¿es como quien dice necesario ser humilde para ser burro o ser burro para ser humilde?

7.

¿Por qué si el del cumpleaños es el Niño Jesús, todos recibimos regalos menos Él?, ¿por qué la crueldad de ponerle todos los regalos enfrente, debajo del arbolito, y después quitárselos a las 12 en el mero "nacimiento"?

Don Cascarrabias Gruñón

I - Cascarrabias Gruñón

Hubo una vez un señor mezquino, rabioso, poseído por sus miles de demonios y años de vida. Un perfecto bilioso. Su nombre (como se le conocía) era Don Cascarrabias Gruñón.

Un día recibió una llamada y al instante proclamó su ira iniciando una verdadera trifulca telefónica, mientras vomitaba tempestades y maldiciones.

Al cabo de 3 horas y 25 minutos se dio cuenta de dos cosas importantes:

  1. La llamada era a un número telefónico equivocado.
  2. Él nunca tuvo teléfono.
Don Cascarrabias Gruñón: un chapín de corazón.

Affair de oficina

Te levantás, titubeás, bloqueás tu sesión y te movés: caminás. Caminás viendo el piso, línea a línea pasando, uniendo y separando a la vez cada bloque de piso que se desliza bajo tus tacones Nine West nuevos. Tenés todo, lo sé, pero sólo todo lo que querés y no siempre lo que queremos es lo que necesitamos, como dijo aquel poeta olvidado. Pobre bolo pisado, si supiera que aquí estoy hoy escondiéndome detrás de un whiskey barato, utilizando su frase embriagada para empezar un relato.

Contemplás tu taza llenándose de líquido oscuro, el café mañanero. Pensás en el fin de semana pasado y sus consecuencias, sus complicaciones, su vacío inevitable, incontenible. Dejás la memoria descansar en su resaca. Inicias el viaje al futuro, al fin de semana que viene y la historia parece repetirse. Repasás el itinerario, repitiendo momentos de viernes pasados, te movés a otro bar, a otro lugar de moda, a otro antro de niños con el miembro en llamas, de niñas con el trasero encendido. Cambiás de caras, cambiás de amigos, cambiás de escote y lencería. Cambiás el nombre de tu provocador sexual. Te imaginás nuevamente rebotando contra la gente, ensuciándote de sus esencias corporales, de sus flujos y sus secretos desconocidos y descomunales. Te embriagás de la ciudad y la ciudad se mezcla con tus ganas. Aquí no hay sustantivos: sólo verbos.

Yo detrás de ti, esperando a veces, corriendo a veces, observándote a veces.

Terminás el ritual de meditar mientrás llenás tu taza. Te volteás, me mirás y pasás a mi lado... de lejitos, nada de saludos, nada de besos, nada de abrazos. No sé si es parte de tu juego y tu concepto de flirtreo esto de no tener contacto físico con la gente. Especialmente con los hombres, especialmente conmigo. Así sos en la oficina, así de fría, así de distante y lejana y llena de mierdas. Así sos conmigo. Así sos cuando estoy frente a vos.

Hoy venís de falda, falda desde la cintura hasta las pantorrillas. Apenas si logro ver el pálido brillante de tus piernas. Blusa blanca, botones y cuello, todo suspendido de una corbatita negra. Un conjunto ideal-perfecto para dibujarte en un par de fantasías que bien podríamos llamar eróticas. Igual, para mí siempre andás desnuda. No sé si te has dado cuenta. A veces paso un buen rato, luego de verte pasar frente a la ventana de mi oficina, poniéndole detalles a tu cuerpo en mi cabeza, imaginando tus pezones y decidiendo si pintarlos rosados o canela, poniéndote y quitándote lunares acá o allá, dependiendo de mi humor, a veces inclusive, poniéndote cicatrices o tatuajes en lugares que generalmente serían comunes para dibujar algún alacrán, algún tigre, algún entramado tribal o qué se yo, una araña, una viuda negra o mi nombre por ejemplo. En fin...

Vos sos la dueña de mis ilusiones, de mis fantasías, la promesa de un futuro con futuro. Pero a veces creo que no te interesa. O tal vez no lo sabés todavía. Más creo que no lo querés aceptar, porque finalmente seguís caminando sin dirigirme la palabra, ni la mirada, ni las manos, ni las piernas...

Hay días que me hablás en el messenger. Me saludás. Yo te imagino teniendo una videollamada. Te miro meneándote, contonéandote, desnudándote al ritmo de alguna canción oscura o un tango, yo qué sé. La cosa es que las cosas crecen, se estiran, se retuercen y de éste lado, siempre algún dolor resentido del "poder pero no poder".

"¿Por qué sos tan callada?", te voy a preguntar algún día, cuando coincidamos en el elevador. Ese día dejaré de estar husmeando entre los pliegues de tu blusa queriéndo verte el "brasier" o su contenido de proporciones exactas. Lo más seguro es que ni me voltiés a ver o si lo hacés sea para regalarme una mirada que gritando: "Qué te importa...". ¿No te das cuenta que el tiempo se nos va poco a poco, día con día?, un día de éstos echan a la mierda a alguno de los dos y se nos descalabran los planes.

Creo por ratos que soy un perfecto imbécil. Me requiero a mí mismo dejar estas ideas de puberto caliente y madurar un poco. Nunca lo logro y vos seguís ahí, entre mis sueños de grandeza y mi resentimiento social.

En fin, cuando te decidás algún día finalmente y dejés de ser tan insegura, me avisás para que dejemos de vivir éste nuestro affair de oficina al que sólo yo parezco hacerle ganas, porque vos sólo te dedicás a coquetearme mientras sacás las copias, mientras engrapás unas hojas, mientras hablás por teléfono, mientras calentás tu comida y hasta cuando te servís tu tacita de café a las 8:15 de la mañana.

Ya me cansé de fingir que no nos conocemos, aunque no sé ni tu nombre. Ya me cansé de verte fingir con tu novio cuando viene a recogerte al salir de la oficina, como si lo quisieras, cuando bien sabemos que tu corazón es mío. Ya me cansé de que no me dirijás la palabra y que me ignorés cuando te saludo del otro lado de la ventana de ésta oficina, de éste rincón en el que me tenés olvidado. Ya me cansé de preguntarme a diario cuando te miro "¿de qué color traerá hoy los pezones?".

Existencialismo (I)

I

Hoy pienso ser un poco egoísta, hablar de mí mismo, porque a ese grupo pertenezco, a los egoístas, a esa bandada de aves de rapiña que conformamos la clase media guatemalteca. No hay solución, no hay salvación. En el intermedio cabe todo: vemos todo suceder así, de lejos, al margen. Aquí adentro no hay soluciones, ni héroes, ni resplandores sobrenaturales. Somos la clase que mueve al país, los que elaboramos la comida, lo que hay para hartar. Los que apenas logran comer las migas y consideran eso es suficiente: con eso nos conformamos.

II

Nos debatimos entre lo justo y lo injusto, somos el único estrato social con consciencia, con fe, con esperanza. No miramos hacia arriba porque nos da pena, no miramos hacia abajo porque nos da pena: siempre hacia adelante, como buscando alcanzar algo que nunca ha estado allí, ¿hacia dónde vamos?... saber... pero ahí vamos...

III

Nos unen sentimientos encontrados, el amor y el odio desmedido. Amor a la Selección Nacional, amor a la Cerveza Nacional, amor al Feriado Nacional. El odio es más variado: odiamos a los putos taxistas, a los mierdas choferes de camioneta, a los desgraciados motoristas, a los cerotes de la policía, a los "x", a los "y", a los "z"... todos comparten nuestro odio... hay suficiente para todos. Somos las víctimas que entienden el daño que hacen los funcionarios públicos, a esos les tenemos más odio, más rabia, más despecho.

IV

Vamos a colegios con maestros mediocres, adquiriendo el mínimo necesario para lograr encontrar trabajo rápido si fuera necesario. Uno nunca sabe. Festejamos por cualquier excusa, haciendo valer nuestro amor por la Cerveza Nacional, por el Feriado Nacional y cada cuatro años, por la Selección Nacional.

V

Llenamos los centros comerciales, llenamos los "McDonald's", los "Pizza Hut", los chupaderos, los bares con tónica de cultos, los cafés renacidos. Navegamos en Internet y tenemos fotos de cada evento de fin de semana al que asistimos. Nos interesa que nos vean en manada, en grupos, aunque sea en pareja. No nos gusta la idea de la soledad, somos demasiado tercos como para enfrentarnos de frente, de cara a nosotros mismos.

VI

Tenemos miedo de todo, sobre todo de estar en la calle: hay que refugiarse pronto.

Nos tenemos miedo, nos tememos a nosotros mismos. Le tenemos pánico a nuestro vacío, a nuestra desolación, a nuestra inestabilidad. Nos gana la comodidad. Al final comemos cualquier porquería para sentirnos mejor. Nos tenemos terror. Hoy es Halloween: le tenemos miedo a nuestros propios fantasmas. Hay que festejar. Hay que demostrar nuestro amor.

Cigarros

I
(Cigarros)

a)

Todos bajamos a las 10:00 de la mañana. Nos congregamos alrededor del cigarro, alrededor del tubito de papel con tabaco en el interior, a hablar de banalidades y problemas personales, simples o complejos, tristes o risibles. Nos juntamos como se juntan todos en todos los edificios de alrededor, de la zona, de la ciudad. No hay soluciones, no hay más que jaloncitos de humo, suspiros, risas a medias, chistes que alimentan el morbo y la depravación colectiva. Hablamos de nada, mientras se consume y se chamusca el tabaco y el tubito contenedor. Hablamos en doble sentido, en triple sentido, en sentido inverso.

b)

Nos juntamos por el cigarro, nos quedamos por nosotros, terminamos y regresamos por nuestros problemas. Así se va el día. En el almuerzo se repite el mismo ritual y a media tarde y en el intermedio de las clases de la U y después de la última clase de la U y a media noche y entre la última clase de la U y la media noche, igual.

c)

El cigarro se vuelve para nosotros, jóvenes que nacieron en la década de los 80's, una excusa, una razón para amonitarnos, para sentarnos, para poner pausa a todo y reflexionar sobre el rumbo. Algunas veces para despertarnos del tedio existencial, otras sólo para mantenernos despiertos durante la jornada. Entiendo que un gran porcentaje de nosotros, jóvenes productos de una sociedad cuasi-demócrata, enmarcados en el contexto de un país "en vías de desarrollo", con libertad y paz, somos fumadores, más que todo, compulsivos.

d)

Acompañamos de cigarro cada momento: el desayuno, la refacción, el almuerzo, el descanso, las tareas, los proyectos, las celebraciones, el fiambre, los tamales, los abrazos, los besitos, el sexo, los lamentos, los funerales, las elecciones, los partidos de fut... todo. Acá pareciera que todos fuman. Siempre hay alguien fumando o alguien que vende cigarros.

e)

No nos interesa mucho la marca, generalmente le entramos a lo que alcance: no somos mañosos. Mentolados, light, mild, finos, caros, baratos, bambú, grama, monte, cualquier cosa. Sólo nos interesa fumar.

f)

Hemos vuelto los cigarros parte fundamental de la vida, de nuestra existencia metropolitana, citadina. No tenemos grandes penas, conflictos armados, revoluciones ni guerras mundiales. Conformamos una sociedad suspendida en el espacio, en el limbo, incompleta.

Lo sabemos, nosotros lo entendemos, por eso fumamos.

II
(¿Fumás?)

a)

Todos los días la misma historia: 10 o 20 correos electrónicos con diagramas, imágenes, esquemas e información de algún profesional en la materia, que me cuenta acerca de los daños que produce el cigarro al cuerpo. Me dan ganas de fumar. Sobre todo las fotos, me ponen nervioso, me alteran. Bajo al "cigarrette break" de media mañana. Mientras fumo, esta vez solo, recuerdo un poco la escena de hoy por la mañana antes de levantarme. Entra mi mamá al cuarto a despertarme porque ya es tarde. Encuentra sobre mi mesita de noche un encendedor:

- ¿Y vos por qué andas cargando un encendedor...?
- No es mío. Es de Carlos. Me lo prestó para quemarle los hilitos a mi pantalón. Como me lo cosieron le dejaron todos los hilitos colgando...
- Mmmmm... va levantate pues...

Así se van los días. Sospecho que ella sospecha que yo fumo. Es más, supongo que ella supone que yo fumo. Es más, sé que ella sabe que yo fumo. ¿Qué le queda?, creerme, hacerse la loca, tirarme indirectas, regañarme y escuchar la historia de cómo mi bufanda se impregnó de olor a chenca. Otros tienen mayor suerte y sus papás los quieren menos, les importan menos, o quizás tienen miedo, la cosa es que los dejan fumar. Con Carlos la cosa es un poco más distinta: su mamá lo deja fumar pero no quiere que ande chupando porque por bolo se murió su papá. Su papá, doctor reconocido, lo deja tomar, echarse las cervecitas cuando hay calor, o un whiskey cuando hay frío. Eso sí, fumar no. Fumar hace más daño que ponerse bolo. Con el Kiwi la cosa es un poco más abierta: vive sólo con su mamá, la mamá sabe que él fuma, la mamá fuma, entre ellos se dan y quitan cigarros.

b)

Yo fumo por inercia, porque el frío me provoca las ganas, porque me he engañado lo suficiente como para creer que el cigarro me ayuda a controlar un poco el estrés. Hago algo, fumo, pienso algo, fumo, creo algo, fumo, me río, fumo, lloro, fumo.

Todo se está íendo mucho a la mierda. Por estos días todo ha subido de volumen y me arde la piel al contacto con todo. Creo que me he venido deprimiendo.

Creo que nunca me había sentido tan solo.

- Vos, Maco, te llama Juanca... dice que tienen una reunión ahorita... que te apurés.

Doy un jalón fuerte, aclaro la garganta llena de toxinas, estrello la chenca contra el suelo, me sobo la cara con las dos manos, inclino la cabeza a la izquierda, me trueno el cuello y regreso al 7° nivel del edificio. Se me había olvidado la reunión.

III
(Odio)

Odio el olor que deja el cigarro sobre la piel: es el olor de la culpa. No se vá ni aunque uno se lave las manos con jabón de olor, se eche loción o se tire un pedo sobre sus propios dedos. No se quita.

Familia (I)

I
(Familia)

A todos nos toca sobrevivir a la familia: ese tumulto de gente que se le parece a uno en los rasgos o en las mañas. Ese montón de tunquitos aglomerados bajo la sombra de no-se-quién-A que en algún momento en la historia se junto con no-se-quién-B, dando inicio a generaciones y generaciones de paridas y entierros, de las cuales hoy somos producto. A veces, producto malempacado.

Paréntesis
(
Estamos ya casi a mediados de noviembre. Noviembre es como un viernes: el viernes es el sábado chiquito - noviembre es entonces un diciembre chiquito. Noviembre es pura preparación, como el momento del año en que viene el ajuste de cuentas con los objetivos y propósitos que se pone uno a principios de año y al mismo tiempo, el momento de planificación de tanto fiesterío loco de fin de año, cierre necesario de toda actividad laboral remunerada: los convivios.
)

Noviembre me hace pensar en la familia. Querer estar con mi familia.

Es más: este año no quisiera celebrar, no quisiera ir a algún lado a tomar cerveza, ni whiskey, ni tequila y menos ron. Más bien quisiera disfrutar un poco a mi familia. Ese manojo de gente que cuento con los dedos de la mano y que apenas he podido ver este año.

II
(Hermanos)

Tengo 3 hermanos: un hermano y dos hermanas - Ana María, Juan Carlos y Lucía Fernanda. Mis hermanos más pequeños son gemelos, aunque son más iguales dos piedras que ellos.

Mis hermanos: pequeños revoloteos de vida en mi vida; pequeños intentos de mí; pequeñas efervescencias en mi vaso; viñetas en el listado de mi familia, roces, sonrisas y memorias.

Yo les intenté inculcar a todos esa malamaña de fumar, aunque Lucy, la pequeña, nunca aprendió... o nunca quiso aprender. Ahora que lo pienso, es mejor así porque dentro de todo creo que es un cargo de conciencia menos.

Desde pequeños fuimos enseñados a la orden de las miradas y los pellizcos maternos. Increíble cómo el lenguaje materno se transmite entera y eficientemente a través de la pura mirada y las uñas en la piel.

Desde pequeños: nada de andar en las vecindades, nada de dejarse de los demás niños, nada de hablar más de la cuenta, respeto, respeto, respeto, nada de hablar "malas palabras", nada de mentir, etc. Todo, desde pequeños, porque "desde pequeños van creciendo los patojos".

II
(Ana María)

Ana María y yo nos llevábamos muy bien: todo cambió desde Andrés, su novio. Ahora, nunca la encuentro. Es más, ella ya no me busca. A veces me cuesta verla así tan lejos, pero lejos es mejor que no verla.

Todos los días repite que se casa en septiembre.

IV
(Juan Carlos y Lucy)

Con Juan Carlos y Lucy me cuesta más... es que ellos siempre andan emputados, con el chamuco a flor de piel y la lengua:

- Ah, hombre... ya venís vos con tu chingadera... sho cerote, andate a la mierda... - y hasta allí mi intento de plática.

A veces es difícil lidiar con dos cuasi-jóvenes entre pubertos y mutantes con sus gorras de marca, sus collares típicos, sus pulseritas, sus berrinches, sus intentos, sus desplantes, sus enojos, su desesperanza, su incertidumbre, su frialdad: su distancia.

V.I
(Lo que nos une)

Nos unen:

  • El mismo padre y la misma madre.
  • El mismo árbol genealógico.
  • La década en que nacimos: entre 1,986 y 1,989. Todos en los 80's.
  • Medio millar de mentiras.
  • Las anécdotas con la muchacha.
  • Un par de borracheras.
  • Las idas a la casa de mi abuelita (materna).
  • Los viajes de fin de año.
  • Los desayunos y los almuerzos de los domingos.
  • Media docena de entierros.
  • Los quéhaceres del domingo.
  • La gritadera en las fiestas familiares.
  • Un sentimiento heredado de unión, sin querer y sin soltar.
  • La pintada de la casa.
  • Ver la Academia.
  • Los partidos de la selección nacional.
  • Las malas palabras y los malos intentos.
  • La quemadera de estrellitas, volcancitos, canchinflines y cuetes de fin de año.
  • 2 ó 3 abrazos al año.
V.II
(Lo que nos separa)

El tiempo y la conciencia.

(...)

Me voy a dejar de extirpar las ideas de la frente... mejor dejo que se acumulen para cuando necesite recordar lo importante. Esta semana se acaba, me deja, me espanta y me asombra. Creo que la he distribuido eficientemente entre el estrés, la soledad colectiva, el frío y el desvelo.

Sexo (I)

I
(Sexo - Pt. 1)

Por aquí hablan de sexo: sexo con esta, con aquella, con los culitos, con las chavas, con mujeres, con hombres, con perros, con almohadas, con condón, al natural, por arriba, por abajo, con prisa, despacito, por rabia, por despecho, por compromiso, por delante, por detrás, antes, después, con uno, con muchos, con todos... en fin, todos lo hacen, todos lo entienden, todos lo quieren.

Algunos lo describen como abrir las puertas del cielo, otros como bajar al infierno... otros más, simplemente hablan de cuántas, otros de con quién y otros por cuánto tiempo... uno por allá me dijo una vez: "A esta edad, es sólo sexo...".

II
(En lo personal...)

Pues entre todo, he aprendido que el sexo va un poco más allá del abrir las patas y clavar algo en otro cuerpo, más que la desnudez inclusive, más que el contacto a veces. Sobre todo he aprendido que el sexo no es algo físico, ni algo que se hace: es más subjetivo, es algo que se siente... y no, no me refiero a aspectos ni morales, ni éticos, ni románticos, ni ingenuidades sugestivas. Sexo he tenido, más del que alguien podría necesitar quizás a esta edad...

III
(Pagar)

Alguien me contaba que los delfines y el ser humano son los únicos animales que se "aparean" por placer, por quitarse las ganas, porque le encuentran el saborcito y el puro feelin'. Sin embargo, los humanos son los únicos animales que pagan por sexo. ¿Es que somos lo suficientemente poco civilizados para pagar por sexo? Es que hoy basta con salir a un bar, invitar a un par de tragos, hacer la proposición, tener una llave para un cuarto para una cama. Y no que yo lo diga, el Beto lo confirma.

IV
(Beto)

Beto se sienta unas 2 horas a contarme sus historias sexuales, copulativas, fetichistas y voyeuristas. Beto se sienta dos horas completas a compartirme sus anécdotas... bolo o sobrio, siempre habla de gringas, finlandesas, suecas, inglesas, holandesas, todas sus víctimas (o él víctima de todas, porque en sus palabras él no se las coge, ellas se lo cogen a él). Beto siempre me invita a La Antigua, habla de La Antigua como si fuera el centro del mundo, porque ahí las extranjeras, canchitas buenotas "no andan buscando que las invités, ni que las chuliés, ni que les digás piropos: ellas quieren coger, rico y rápido..."

V
(Reflexión)

La verdad es que a veces me da cargo de conciencia, porque creo que Andrea finalmente preferiría que no hubiera sido yo quien le quitara la virginidad. A veces me enferman mis fantasmas... a veces me pongo mal porque la conciencia me tira piedras sobre las intenciones.

En fin, creo que el sexo está sobrevalorado por estas latitudes y al mismo tiempo tan satanizado y pobremente apreciado que uno no sabe si patearlo, cogérselo o escupirle cuando lo mira.

Papás

Los papás a veces parecen tan crueles.

Parecen: no lo son.

Amigo

I
(Amigo)

Luis Pedro es mi amigo, independientemente de todo, es mi amigo. Me gusta su nombre porque es uno de esos que uno no pronuncia por partes; un nombre compuesto por dos nombres que no funcionan individualmente: ni Luis ni Pedro, Luispedro. Así éramos igualmente nosotros: una persona compuesta por dos personas que no funcionan individualmente. Al menos así parecía.

Con Luispedro (me siento más a gusto usando los nombres juntos, así sé que usted lo lee como se debe leer, como se debe pronunciar) crecimos juntos en La Colonia, un conglomerado de unas 300 casas, dispuestas en cuadras de 10 casas cada una. Las vacaciones era de encerrarnos a jugar Nintendo hasta que era de madrugada, hacer y volar barriletes, salir en bici a los cerritos que resguardaban La Colonia de la civilización, la fiereza y el ruido de La Ciudad. Fue bonito crecer en los suburbios, llevados y traidos en bus al y del colegio.

Nuestra competencia mayor: quién sacaba mejores notas. Compartíamos el colegio, el grado y la sección, por lo que estando en circunstancias idénticas, era más fácil decidir quien era "más inteligente".

II
(Los Pelos)

Cuando los pelos aparecieron empezó lo complicado. Cambio de voz, cambio de altura, cambio de gustos, cambio de todo. Ya salir en bici era salir como lobos feroces en busca de alguna caperucita descuidada. Los dos cerros se nos hicieron dos gigantes tetas, las calles eran siluetas de alguna mujercilla, las esquinas la silueta de sus nalgas, en fin: las hormonas y sus efectos nocivos para la tranquilidad y las reacciones "erectivas" nocturnas y mañaneras.

En el colegio las cosas se tranquilizaban un poco porque estudiar toda la vida en un colegio católico para varones o te acumula las ganas o te hace hueco. Aquí se trataba simplemente de encajar, en algún lado, o más bien dejarte encajar. Ser popular, ser recha, ser raro, ser freak, ser deportito, eso es lo importante: pertenecer.

Nótese que a pesar de todo, las notas, las clases, los libros, nunca son prioridad en un centro educativo: nunca.

III
(Rechas)

Nunca me sentí bien viviendo bajo normas, teorías o instituciones hipócritas, bajo la lupa de algunos y sus complejos, sus liberaciones, sus cuentos fufurufos o sus historias de viaje a mundos desarrollados. Dentro de todo me sentí mejor con los que vivían al margen de lo que el mundo ve como bueno, con los olvidados, los que pasan desapercibidos, los que hieden, los que no hablan, los rechas.

Ahí hicimos con Luispedro nuestra sede: entre los rechas.

Bien recuerdo nuestras granjas de arañas dentro del envase plástico de doble litro de alguna gaseosa, nuestros caminos infinitos de corrector de lapicero que se incineraban instantáneamente al contacto con el fuego del Zippo con el que prendíamos los cigarros que nos fumábamos a la salida.

IV
(Cachados)

Una vez nos cacharon fumando. Nuevamente el cigarro se hace presente. El maestro de inglés decidió tomar el camino que tomábamos Luispedro y yo todos los días hacia la parada de camioneta. Nos vio de lejos y por supuesto vio la nube de humo pulmonar gris que se iba quedando detrás de nosotros como el rastro que dejan los barcos en el mar.

Nos alcanzó. Todavía recuerdo que dije en vos alta "Shit!" cuando lo ví. lo acompañamos de regreso al colegio. Nos levantó un "acta" y una reventada de hocico de parte de mi papá y una reventada de piernas para Luispedro.

- Vos Maco, mirá esta mierda: me hizo mierda las piernas mi viejo.

Nunca habíamos reído tanto creo yo... o tal vez nunca disfruté tanto reírme, sobre todo porque tenía reventados los labios y el dolor me mandaba espinitas al cerebro. Fue algo sublime.

Fall45 técnic4s

hoy voy a robarme una sonrisa del sol - lo prometo -

voy a prenderle fuego al silencio, al destierro,
a perforarle la panza al vacío.

voy a engrasar las cadenas de la máquina,
a pulirle un poco la cara
a procurarle un mejor funcionamiento,
a eficientarle el motor.

voy a hacerme una silla,
una mesa,
sentarme,

servirme algo de gasolina en las rocas,
comer
un poco de ensalada y
tornillos oxidados.

qué mal.

tengo algunas ideas podridas, lo acepto,
mis ojos son carroña a veces para estos buitres de lo cierto, único y verdadero
de lo establecido.

me arrepiento, siento miedo.

mi corazón manda impulsos desesperados
pero los sistemas fallan
preo slo stemisas flnala
psmi tro fstellsna lnnsso

----fallas técnicas----

y al final
no es tanto lo que pude haber dado
o lo que pudo haber sido

idiota: lo que quería que fuera.

qué mal.

vuelve todo a ser demasiado
y aún así, no suficiente,

la culpa se me viene encima
y un sonriente "te lo dije"
me escupe en la cara - yo, reproducido.

esto es lo que temía
y sin embargo, ya lo esperaba,

no te culpo niña fugaz
no te culpo lovely girl
you always shine
you shine on me
you shine above, smile aloud,
you smile and shine and shine and smile
and then: yo muero.

qué mal.

las razones no me caben en la cabeza
no me valen lo suficiente
no me convencen

quiero algo más
quiero algo más

quiero algo que haga valer
todo

el mecanismo de autodestrucción
me inquieta, me tienta las ganas,
un gran botón gordo y rojo,
un verdadero botón, no como estos ojos...
tan extraviados, observando partículas de nada,
tan perdidos, recuerriendo a los microbios.

qué mal.

lo que dijiste
no es más que
una falacia
una tormentosa "historia entre tus dedos"
entre mis dedos, ahora, maldición gitana.

qué hago ahora que esto tiene ganas de salir
burla recurrente, desfachatez y descaro,
qué hago justo ahora
justo ahora (justo) ahora

el sentido de mi propia historia
no tiene sentido.

esto es lo que me perturba
es esto lo que me roba el aliento:

y la sangre hierve
la sangre hierve
sangre hierve
hierve.
.

(b)

no veo claro

qué mal.

pobre iluso iluso iluso inocente.
p%6er 77777 --- .-

qué mal.

----7allas técn1c4s----

qu méla.

----fall8s téc10250----

mua qlé.

----fallas tjekdijñdsie
ñlkjai djsfañ.
ajlfk . jaklñsiiiiosss. ---
-.----.bbyr.

qué mal.

Aún se siente

I
Cosas que unos entienden
otros no.

Cosas que aún se sienten,
aún duelen cuando suenan en los audífonos
cuando suenan en la mente
cuando suenan en los días
que se van acabando.

La muerte, los detalles que se meten bajo la piel
renovando el dolor de la muerte
cada día.

La pérdida, los fragmentos, esquirlas del estallido,
de la explosión del corazón,
la memoria.

Las voces que uno intenta revivir
que uno quiere no dejar de escuchar
el sonido de los regaños, las sonrisas,
la despedida: lo último que se dijo.

Hay esencias que se impregnan,
que nos envuelven, que nos recubren,
polvos galácticos,
pequeños puntos fantásticos
que comen la piel revelando el alma.

II
Se detiene un momento, un instante,
una imagen en mi cabeza:
alguien manda un correo.

Alguien más responde:
"Extraño a mis papás........."
puntos suspensivos que suponen algo común,
algo que todos aún sentimos
cuando el silencio se nos mete entre las actividades,
entre los momentos de intercambio de lugar,
en los momentos de movilización solitaria.

III
Ayer vi llorar a tu niña interna,
vi su miedo porque papá y mamá ya no están.

Vi que aún tienes temor de poner los pies sobre la tierra,
que no quieres seguir respirando ese aroma que te hace pensar en ellos.

Vi, mujeradultaconesposoydoshijos, que aún te duele
y sólo quería que supieras, que no sos la única.

La canción que mandaste duele más ahora
que nunca.

IV
Aún no le logro hablar a mi papá de ésto,
siento que aún llora cuando lo traicionan los recuerdos...

y estas letras, éstas líneas se vienen desmoronando
mientras escribo,
mientras viajan a algún lado
que nadie encuentra.

Que Dios nos libre de quedarnos aquí sentados.

Marcel y Ale

Marcel y Ale, dos nombres escritos en una calcomanía en el "bomper" de un carro. Dos personas, dos sexos, dos conjuntos de huesos, carnes, dudas y mañas. Dos personas, dos mundos, sus mundos, dos formas totalmente distintas. Una pareja, novios, dos niños de 22 años.

A veces los imagino, sentados en la banqueta que pasa por el frente del edificio donde trabajan, donde se conocieron un día en el ascensor. Los imagino comiendo mientras se ven en silencio a momentos y sueñan con una realidad distinta en una Guatemala distinta. Comen y luego beben de la pajilla, mientras se miran nuevamente en silencio como si fuesen dos cómplices de algún secreto indescifrable. Luego se levantan, recogen el saldo basuresco de un almuerzo más de un día más de trabajo. Caminan, se toman de la mano, Marcel y Ale, los dos enamorados cercanos, coquetos el uno con el otro, relación fresca y encendida. Él la voltea a ver, ella siente la mirada de él sobre su cuello. Él camina idiotizado, dándose el lujo por ratitos de bajar la mirada hasta el escote, dando saltitos logra ver dentro dos lunas morenas y un lunar como alguna manzana de algún árbol de alguna historia bíblica que augura un futuro fatal: una verdadera tentación carnal.

Ella enciende un cigarro, justo en la entrada del edificio. Tiene 4 minutos a partir de ahora para terminarse el cigarro y ponerle el punto y final a su hora de almuerzo. Él se detiene, la jala y la abraza desde atrás terminando la acción colocando su cabeza sobre el hombro de ella. Ella inclina un poco la cabeza hacia adelante. Fuma, inhala, exhala, inhala descanso, exhala estrés, inhala ganas, exhala desencantos, inhala futuros, exhala pasados, inhala flores, exhala arañas. En resumen: fuma.

A todo esto, ninguna palabra pronunciada. De fondo, la ciudad como una gigante de cemento y asfalto pariendo maldiciones, negocios, dinero y uno que otro balazo.

Último jalón. Absorbe, chupa el contenido de aquel tubito de intoxicación de porción mentolada. Pasa volando un par de helicópteros sobre el edificio. Él abre los ojos, ella cierra la boca.

Marcel y Ale, novios suicidas, compartiendo camas de moteles, compartiendo sexo en las gradas del edificio del trabajo y la cocina de la casa de los abuelos. Novios de McDonald's y Cine los fines de semana. Cervezas cuando alcanza.

Los dos siguiendo un camino incierto, plagado de deudas y amor desquiciado, compañeros de respiraciones agitadas y besos convertidos en gemidos en el asiento de atrás del carro.

A veces me los imagino, oyendo a todo volumen algún disco de Bohemia Suburbana en la casa del otro mientras comen helado de limón. Mientras se acompañan el uno al otro como expulsados del mundo, refugiados en algún parque de la colonia mientras ella cae nuevamente en el acto tan sincero de fumar. Él guarda silencio y nuevamente la abraza por detrás, mientras ella expulsa un par de demonios dentro del humo fantasmal que se desliza por entre sus dientes y sus dos labios rosaditos.

Ella tan fría, él tan pendejo. Amor puro.

Marcel y Ale, dos nombres escritos en una calcomanía en el "bomper" de un carro.

Diciembre Intoxicado I

Conjunto de escritos que en principio eran ideas
y que me encargué de pasar a digital
durante diciembre de 2004
y diciembre de 2005.

I

Llegó diciembre y con él tantas frías celebraciones, tantas luces, tantas metas desiertas, llantos y frustraciones porque el tiempo se ha fugado, tantos suéteres, tantos borrachos emborrachados, tantas contaminaciones y quemaduras; tantas y tantas tentaciones. Y yo en medio de todo, ocupado con mis uñas y mis dientes, con mi fe y mi carne; que no es lo mismo que mi carnosidad o mi encarnación. Hay tantos aparatos en mi aire, en la televisión, en el mundo, en el aire de todos y los días tienen alma nostálgica y de resignación.

II

Caminar no es caminar, es moverse y ya ni eso es aconsejable: a mi mamá le robaron las llantas… y ahora creo que hasta la tranquilidad de vivir o la capacidad de morir tranquila…

III

Como decía, diciembre y sus intoxicaciones, sus contaminaciones, sus mudas putrefacciones, llegaron. Y todas sobre mí, como avalancha roja y verde y amarilla y blanca, como tornado de inmundicia, como peste de celebraciones paganas, como una parte de mi Apocalipsis personal anunciado, ese que se asoma desde que recuerdo, cada año, en la recta final de todo, recordándome mi latente fragilidad, congelándome los huesos con sus temporales, su frío, su ola de muerte invisible y su ejército de martillos disparándole a la espina y lanzándole fuego a las piernas que encuentra en su camino.

Y cada año es más imprudente y abusivo el asunto. Su llegada también.

IV

En las paredes se pintan varios rostros, con ojos de invierno y vestidos de papel de china. Yo trato de mantener en la mirada la misma soledad y el mismo desconcierto, porque finalmente debo aceptar algo: no hay nada que me haga sentir menos sólo que el olor a masa, el olor a pino, el olor a manzanilla, acerrín y pólvora. Los abrazos, los abrazos infinitos, los abrazos llorosos, moquientos y verticales. Esos por otro lado, me matan.

V

Así la paso, así sobrevivo y se me van los días de éste diciembre, terminando el camino poco a poco y sí, totalmente desentendido del daño.

No me hace caso

Vengo y le digo a aquel "mano, no escribás eso... te pueden tachar de comunista". No me hace caso y a los dos meses está en una cárcel. Le llevo una canasta de lombrices para que coma. No come. Habla, eso hace, es lo único que hace.

Vengo y le digo "mano, tomá algo de agua, chupate los labios, dejá de aruñarte la cara te pueden tachar de trabajador del gobierno". No me hace caso y a los dos meses está vomitando y sin cara.

Lo voy a ver, le llevo una canasta de manzanas, por aquello del dolor de cabeza. Lo encuentro acostado, con una hilera de tripas colgando. "Mano escondete esas cosas, te pueden tachar de moribundo". no me hace caso, a los dos meses está enterrado.

Voy al cementerio (no sé por qué sigo íendo a visitarlo, donde esté). Me acerco a la tumba: "mano, callate, te pueden tachar de vivo" le digo... no me hace caso: a los dos meses está caminando por una calle del centro, bolo y desnudo: todo coche.

Hoy no

Minuto a minuto, se gasta los dedos restregándolos unos contra otros y malgasta sus neuronas chocándolas unas contra otras. Minuto a minuto, el tiempo avanza. Se entrega a un cigarro; se cuelga de él. Lo enciende e inhala, chupa, extrae humo. Disimula el estrés en los codos. Tiene estrés hasta en los codos.

Hoy no está aquí, y finalmente ha decidido culpar al café: “Ya lo decidí: es por el café… demasiado café”. Tiene ganas de partirle el cráneo a alguien porque la frustración se le ha materializado en un pedazo de hoja de papel periódico, un código programático fallido y una hoja de cálculo desordenada medio rota. Calificación: reprobado.

Se disfraza de cigarro, se disfraza de humo de cigarro. Está en un estado inestable, ambivalente, donde nada lo contiene, nada lo llena: ni ella, ni nada.

Se cuelga de nuevo del cigarro y divaga un poco: se imagina de nuevo en el salón, sentado, escribiendo códigos binarios y rayando las hojas con ideas que no tienen esperanza… la mayor parte está mala. Qué más da. Repito: hoy no está aquí. Piensa: "... si hubiera estudiado algo...".

Inserta el objeto de su angustia en el buzón de los pecados y se aleja. Prende un cigarro.
Aquí inicia este escrito: él enciende un cigarro. Camina desorientado, perdido, más por inercia que persiguiendo algún objetivo. Así ha sido últimamente, consumido por su mente, se ha olvidado de vivir aquí afuera; de tocar, de sentir, de ver y besar y agarrar de la mano, de decir lo más importante y callar lo que debe. Finalmente ha decidido culpar al café.

Todos se riegan, y arman y desarman, y explotan y gritan y corren; todos se movilizan a su alrededor, mas ninguno de los secundarios es importante, sólo él y sus ideas. El café, la culpa del café, el humo rodeando cual planta parásita, su mente dando giros de 360 grados, convulsionando: en coma.

Ya no quiere tratar, sólo preguntarse día y noche y responder, bien o mal, no importa. Responder es lo que importa, tener algo qué decir, tener algo que simule si quiera una razón.

Inhala humo de nuevo, luego lo exhala lentamente creando ese efecto alucinante de neblina grisácea sofocándolo todo, atrapándonos y haciéndonos invisibles. ESO ES LO QUE QUIERO: SER INVISIBLE.

Mientras camina y fuma y cavila, se olvida de lo que es y lo que tiene. Se visualiza sentado en un café cualquiera, solo, con una cajetilla a la mitad, un café bien cargado, negro, bueno, sin azúcar; observando a los transeúntes vivir o pseudo-vivir, sobrevivir más que todo. Toma un poco de café y sella de nuevo la boca. Su mente se pone en neutro y simplemente se pierde en un punto infinito de algún punto infinito. Nuevamente se extravía para terminar colgado de un cigarro.
¿Fumar es la salvación?, ¿de qué?, ¿está él perdiendo el sentido?

-/-
Llego hasta aquí, realmente no sé cómo, pero aquí estoy. Vine caminando paso a paso, lentamente; me dejé crecer la barba, me empecé a creer algunas cosas, algunas cosas que nunca creí llegar a creer que creería, he puesto todo de todo sobre la mesa, sobre la cama y finalmente me nacieron los ojos y los labios y luego un intento de corazón.
Ahora quiero manos.

No me importa que ya no sirvan, porque sé bien y acepto, que las cosas tienen que cambiar. Van a cambiar. No importa realmente si algo cambia.
¿Qué pienso?, ¿qué siento?, ¿qué me provoca todo esto? -- muy fácil: fumar. Uno tras otro. Como nunca, como antes.

Y termino donde todo empezó: tengo ganas de un cigarro. ¿Alguien tiene fuego?

Domingo, 29 de Mayo de 2005, 12:03:32 p.m.

Hoy

Hoy no es hoy:
hoy es mañana
hoy es siempre mañana.

Hoy es después, hoy es nunca hoy,
es un momento futuro,
un momento que viene en camino,
que aún no llega...

... hoy no está aquí; no es presente sino lo desconocido...

Hoy se viene dibujando, mas no tiene aún forma,
no en mi cabeza, no en lo que tengo
no en lo que creo...

Septiembre de 2007