Poemita Mensajeado

El 20 de agosto de este año, a las 22:40, entró un mensaje a mi teléfono con remitente “@zuzy”.

El mensaje contenía un trocito de poesía que decía lo siguiente:

HOY ME LEVANTÉ,
TOQUÉ MI CORAZÓN Y SENTÍ,
REÍ, LLORÉ, GRITÉ,
DE TODO LO BUENO EXPERIMENTÉ
GRACIAS A QUE EN ÉL
TE ENCONTRÉ A TI

MI AMOR.

Gracias mi niña corazóndemelón…

yo también estoy enamorado.

Quiero una tarde con el diablo

quiero ir a conocer al diablo, una tarde de estas, invitarlo a una coca o una sprite, dependiendo de mi humor y la humedad.  quiero verlo a la cara y charlar quitándome finalmente la máscara.  quiero hablar con él de cómo llego a ser tan grande psicólogo, administrador, analista y mercadólogo en tan poco tiempo, y que de paso me dé un par de tips.

quiero sentarme en la banqueta de su barrio, que de seguro será un lugar tranquilo y apacible, templado y lleno de niños corriendo (que de seguro estarán volando barrilete para estas épocas... sí, claro...), no habrán ahí suicidas, ni asesinos, ni psicópatas, ni mártires, ni políticos, ni idiotas de banco.  quiero ver la tarde caer mientras hablamos, ahí sentados, de amores, de pasiones y de hobbies. y cuando esté con el diablo, entre risas y versos, quiero poder verlo a la cara y expresarle lo simpática que me parece su idea.

yo no espero ser el más grandioso ser que jamás haya existido.  quién sabe hasta dónde podré jamás llegar.  sólo quiero una tarde con el diablo, para que mañana cuando despierte otra vez en mi infierno, ya no me sienta tan mal al verme al espejo.

no es que pretenda darle la espalda a Dios, aclaro, es sólo que el deseo de dejar de odiar y empezar a vivir es mi afán número uno, es mi arma más potente, es mi motor para estar vivo, y éste sería mi primer paso en ese rumbo.

Psicópata enamorado

cómo sintonizar una vida, cómo hallar la frecuencia exacta y la estación para ver desde otros ojos y sentir con otro corazón.  dónde se encuentra el agujero perfecto por donde fluyan dos filosofías distintas al unísono y en doble vía.  cómo unir dos intenciones, dos modos, dos mañas. cómo sincronizar dos latidos, dos ilusiones.

cómo entender y aceptar que no entiendo lo que acepto, porque para esto no hace falta entender algo y si lo acepto es probable que no lo entienda. 

cómo hago para vivir lo que no he vivido.

cómo hacerme el loco respecto a lo que creo sentir para sentir que siento algo que no sé si siento.

es suficiente saberlo-- no me convence la idea.

y es que es la idea la que me ha venido sobrando; lo que quisiera es algo de lo que me ha venido faltando: convicción.

que si yo hiero sin querer herir, el despecho desesperado se me empieza a encaramar otra vez.  soy nuevamente una mierda de sus deseos.  como siempre.

aquí estoy con ese gran signo de interrogación tatuado en los ojos.  ella a la defensiva, yo, a lo indeciso.

y cambian mis planes de un momento a otro, y a veces sólo quisiera tenerla a lo clandestino y a lo mal visto.  otras veces quisiera abrir su suave pecho con un hacha, sacar suavemente su corazón, meterlo a mi boca y masticarlo por toda la eternidad, para que ella habiendo recibido su merecido, tenga su venganza en mi remordimiento infinito al masticar por siempre sin poder tragar nada.

soy una mierda de mis deseos también, quizás eso es lo que ha cambiado.

mi psicópata-infante-enamorado interno ha venido a jalarme los pies esta noche.

Zoé

Zoé es una lengua cósmica, una noche estrellada, una bocanada de aire dentro de un agujero en el suelo. Una galaxia lejana dentro de un huevo. La música de Zoé dibuja paisajes surrealistas, sueños, relojes gigantes, objetos que no puedo siquiera imaginar. Cuando pienso en Zoé, reavivo un par de miedos y una esperanza, siento miles de estrellas burbujeándome en el pecho, luces dando vueltas vertiginosamente. Despierto y estoy en un sueño y despierto y estoy en un sueño y despierto. Me atrapa la música de Zoé, me toma con sus tentáculos de montruo nuclear y guerras intergalácticas. Me renueva la música de Zoé, activa un motorcito en mi cabeza y me obliga a construir otros mundos dentro de mí, otras galaxias, otras ideas. Eso es Zoé para mí... entre Reptileptric, Peace and Love, Rocanlover, Deja Te Conecto, Asteroide, Love, Neanderthal, Whatever y otros sonidos no identificados, se me destapan las ideas y se me quita la congestión creativa.

Reverberaciones

¿Sabés qué?, tenés razón. Yo me gané todo esto: las chancletas, las alas, la cola, los 37 ojos en la espalda, las escamas, la playera de la UCN, la foto de Colom con el almanaque en la parte de atrás... las arañas (neeerviosss), los puntos, las letras, las grapas, el guacamol. Yo me gané también tu presencia y tu cerumen. Yo me lo busqué todo. Ahí, por andar saltando en los charcos; por andar fumando arcoiris; por andar amarrándome bolsas para basura en el cuello.

Yo era tan bueno, al extremo de llegar a ser simpático y sociable, pero terminé aquí mirá vos, al final de cuentas, bañado en chocolate, todo cochino, todo callado, todo metido en mis pensamientos de algodón y poliéster.

Mejor me hubiera quedado transformando hojas en astronautas o convirtiendo gatos en rinocerontes. Así era mejor, así era más tranquilo todo. Así me respetaba un poco esa patoja mocosa. Toda gorda está ahora, la ishta esa, ahora que tiene traido, ahora que ya no lee estas cosas que escribo. Ahora que es acróbata y se cree la mera tos con flema. Esa payasa, se parece mucho a vos, pero ella tiene algo de ingenuidad novedosa. No sé, es que a veces vos te sentís tan pasado de moda, tan exagerado, tan pataleandoporquedartedondeyanotenésqueestar. No sé, realmente no sé. Ya ni sentarme a tomar limonada caliente con vos es divertido.

También me he vuelto cascarrabias, yo sé. Ni modo que no lo sepa si ni yo mismo me aguanto esta mi etapa involutiva. Teclear esto es más fácil y más económico que irte a arrancar los dientes o a rayarte las patas de cocodrilo.

Vos sos el tamborileo constante, el sonidero ambulante, el pachangoso sin ritmo, el gritón cizañudo, el ano de coche (¿te acordás?), el veneno recurrente y obstinado. El machete sin filo, el raptor desnutrido.

Yo me merezco todo esto, eso no lo niego, lo que me jode es que no sé cuánto tiempo va a ser suficiente. Reverberante comemierda, resonante y estridente amigo mío: directo al corazón del cerdo.