Caminamos por el largo corredor por el que se entra al parqueo del edificio. Hablamos de lo mucho que chingan los cabrones que hacen/formulan/promueven/aprueban las leyes en éste país y cómo es que leyes tan relativamente insignificantes se aprueban mientras que otras más necesarias siguen engavetadas. Aparte de todo y para hablar con la verdad, se siente como una patada en las pelotas esto de caminar tanto para echarse un cigarro... más aún porque en el camino uno se da cuenta de lo innecesario que es el acto y ya no disfruta ni siquiera los primeros jalones. En fin, seguimos platicando hasta que llegamos a la talanquera y nos refugiamos bajo un par de árboles para darle lumbre a los tubitos de humo comprimido. Son las 4:30 de la tarde y el tráfico ya está más pesado que las bromas de algunos de mis cuates cuando ya'ndan bolos.
Inhalo, exhalo. El humo entra y sale, echándose un rapidín en mis pulmones para terminar retirándose como si nada, a lo suicida, saltando de entre mis dientes hacia el vació.
Miro pasar un picop con una vieja mal peinada con cara de parto. Me corre un escalofrío por toda la espalda, pero éste viaja de abajo hacia arriba, finalizando con un pantallazo mental que me revive un viejo recuerdo de hace unos 5 años.
-Nunca se me va a olvidar -dije- que la mamá de tu exnovia me dijo una vez que ella siempre me había imaginado manejando un picop.
-Nunca se me va a olvidar -dijo él con un tono de poeta- que una vez le vi la vagina a la mamá de mi exnovia.
Di un jalón al cigarro y permanecí callado un buen rato. Él también.
-Pero fue un accidente -intentó aclarar para hacer menos incómodo el asunto.
Otro silencio siguió a sus palabras. Esta vez más prolongado y con más tensión que el anterior. Soltó una carcajada llena de picardía, como de enfermo mental.
-¿Qué era lo que nunca se me iba a olvidar? -le dije sarcásticamente mientras mi imaginación ya había echo de las suyas, recreando un collage de imágenes más retorcidas que una pintura de Dalí.
-Vamos de regreso pues -dije finalmente- tirá ya esa mierda.
Inhalo, exhalo. El humo entra y sale, echándose un rapidín en mis pulmones para terminar retirándose como si nada, a lo suicida, saltando de entre mis dientes hacia el vació.
Miro pasar un picop con una vieja mal peinada con cara de parto. Me corre un escalofrío por toda la espalda, pero éste viaja de abajo hacia arriba, finalizando con un pantallazo mental que me revive un viejo recuerdo de hace unos 5 años.
-Nunca se me va a olvidar -dije- que la mamá de tu exnovia me dijo una vez que ella siempre me había imaginado manejando un picop.
-Nunca se me va a olvidar -dijo él con un tono de poeta- que una vez le vi la vagina a la mamá de mi exnovia.
Di un jalón al cigarro y permanecí callado un buen rato. Él también.
-Pero fue un accidente -intentó aclarar para hacer menos incómodo el asunto.
Otro silencio siguió a sus palabras. Esta vez más prolongado y con más tensión que el anterior. Soltó una carcajada llena de picardía, como de enfermo mental.
-¿Qué era lo que nunca se me iba a olvidar? -le dije sarcásticamente mientras mi imaginación ya había echo de las suyas, recreando un collage de imágenes más retorcidas que una pintura de Dalí.
-Vamos de regreso pues -dije finalmente- tirá ya esa mierda.
1 comentarios:
juro que fue un accidente...
Publicar un comentario