Las vísceras de ella le ladran mientras se levanta. Se aparta, se aleja, se para, camina. No quiere voltear a ver, pero se obliga: el desorden reina sobre el colchón y ella en el centro lo ve sin soltar una sola palabra.
Regresa la mirada contra las sombras que se dibujan sobre la pared. Se apoya contra la pared. Sus manos contra la pared.
Cierra los ojos, suspira. Se quiebra por dentro. Está más que desnudo, descubierto.
Los sentimientos inundan el aire como pedazos de vidrio roto que le rasgan los pulmones cada vez que respira. En ese momento nada ni nadie perturba la imagen completamente blanca en su cabeza. Coma de ideas.
Es todo humo de cigarro, sudor y un jadeo enfermo producto de la hora de acción que antecede a ésta escena.
No lo sabe, lo intuye: ahora él también está infectado.
4 comentarios:
Realidad de muchos... y muchas =l
Buen texto! =)
ojalá no haya sido experiencia personal jaja...
"buen texto" +1
spd: es pura ficción... te lo juris... jejejeje... aunque obviamente, inspirada en lo que uno oye en la calle en conversaciones de aquí y de allá... con el tiempo se arma algo...
Si Maestro, tiene razón! Esa infección interna y externa que traen el vacío, el caos... Y como dice el Mik "Escogo el Caos!"... jajajajaja Puras decisiones...
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