Maestros

Tengo mis maestros; ellos no lo saben.

Tengo mis catedráticos de vida
expuestos, rebeldes, siniestros.

Tengo mis maestros, unos vivos, otros no tan muertos,
otros en el intermedio entre la vida y la muerte,
otros en el desvelo de la desvida,
otros en la desvida del desvelo.

Tengo mis maestros, sumidos en la desgracia
rebalsándose en interpretaciones, en visiones,
en imágenes baratas y explícitas.

Tengo un maestro por sentido,
por área del alma,
por sección del cerebro,
por pedacito de carne.

Tengo mis maestros, compulsivos,
de taquicardias encendidas, cuervos, perros,
otros bichos, otros bestias.

Tengo mis maestros y nada qué aprenderles
y todo qué aprenderles y nada qué copiarles
y probablemente algo qué agradecerles.

Tengo mis lecciones, mías,
tengo mis recreos,
tengo mis maestros forjadores de paciencia,
reflexivos, convulsionando al sonido de sus labios.

Un par de cuestionamientos reflexivos,
y otro montón de cuestionamientos ingratos.

Un par de destellos de luz en la lluvia,
y varios pedazos de algo, de caracteres y siluetas,
de rechazos, de recuerdos,
de palabreríos recurrentes,
de luchas de poder y choque de egos.

De partidos de la selección, parranda y sorpresa.

Es probable que repruebe, es probable que nunca salga de ésta aula, es más, que nunca me levante de éste "escritorio" deplorable.

Qué más da. A uno se le ocurre cada cosa...

0 comentarios: