Cuestionamientos navideños

1.

¿Cuál es la diferencia entre comprar ropa en la paca, en la 19 calle y en Oakland Mall?, me refiero a la diferencia que importa... ¿meras cuestiones de dinero, seguridad y olor?

2.

Si Jesucristo nació el 25 de diciembre y al morir tenía 33 años y medio, ¿por qué la Semana Santa se celebra entre marzo y abril y no entre junio y julio?

3.

¿Por qué chingados si estoy de vacaciones siento tanto estrés en ésta época?

4.

¿Si los Reyes Magos eran magos, por qué no se teletransportaron o hicieron algo más mágico para el recién nacido Mesías?, bien podríamos decir que Jesús tuvo sus propios Padrinos Mágicos.

5.

¿Por qué si ésta es supuestamente una noche de paz, hay que hacer tanto relajo a las 12?

6.

Si el burro del nacimiento representa la humildad, ¿es como quien dice necesario ser humilde para ser burro o ser burro para ser humilde?

7.

¿Por qué si el del cumpleaños es el Niño Jesús, todos recibimos regalos menos Él?, ¿por qué la crueldad de ponerle todos los regalos enfrente, debajo del arbolito, y después quitárselos a las 12 en el mero "nacimiento"?

Don Cascarrabias Gruñón

I - Cascarrabias Gruñón

Hubo una vez un señor mezquino, rabioso, poseído por sus miles de demonios y años de vida. Un perfecto bilioso. Su nombre (como se le conocía) era Don Cascarrabias Gruñón.

Un día recibió una llamada y al instante proclamó su ira iniciando una verdadera trifulca telefónica, mientras vomitaba tempestades y maldiciones.

Al cabo de 3 horas y 25 minutos se dio cuenta de dos cosas importantes:

  1. La llamada era a un número telefónico equivocado.
  2. Él nunca tuvo teléfono.
Don Cascarrabias Gruñón: un chapín de corazón.

Affair de oficina

Te levantás, titubeás, bloqueás tu sesión y te movés: caminás. Caminás viendo el piso, línea a línea pasando, uniendo y separando a la vez cada bloque de piso que se desliza bajo tus tacones Nine West nuevos. Tenés todo, lo sé, pero sólo todo lo que querés y no siempre lo que queremos es lo que necesitamos, como dijo aquel poeta olvidado. Pobre bolo pisado, si supiera que aquí estoy hoy escondiéndome detrás de un whiskey barato, utilizando su frase embriagada para empezar un relato.

Contemplás tu taza llenándose de líquido oscuro, el café mañanero. Pensás en el fin de semana pasado y sus consecuencias, sus complicaciones, su vacío inevitable, incontenible. Dejás la memoria descansar en su resaca. Inicias el viaje al futuro, al fin de semana que viene y la historia parece repetirse. Repasás el itinerario, repitiendo momentos de viernes pasados, te movés a otro bar, a otro lugar de moda, a otro antro de niños con el miembro en llamas, de niñas con el trasero encendido. Cambiás de caras, cambiás de amigos, cambiás de escote y lencería. Cambiás el nombre de tu provocador sexual. Te imaginás nuevamente rebotando contra la gente, ensuciándote de sus esencias corporales, de sus flujos y sus secretos desconocidos y descomunales. Te embriagás de la ciudad y la ciudad se mezcla con tus ganas. Aquí no hay sustantivos: sólo verbos.

Yo detrás de ti, esperando a veces, corriendo a veces, observándote a veces.

Terminás el ritual de meditar mientrás llenás tu taza. Te volteás, me mirás y pasás a mi lado... de lejitos, nada de saludos, nada de besos, nada de abrazos. No sé si es parte de tu juego y tu concepto de flirtreo esto de no tener contacto físico con la gente. Especialmente con los hombres, especialmente conmigo. Así sos en la oficina, así de fría, así de distante y lejana y llena de mierdas. Así sos conmigo. Así sos cuando estoy frente a vos.

Hoy venís de falda, falda desde la cintura hasta las pantorrillas. Apenas si logro ver el pálido brillante de tus piernas. Blusa blanca, botones y cuello, todo suspendido de una corbatita negra. Un conjunto ideal-perfecto para dibujarte en un par de fantasías que bien podríamos llamar eróticas. Igual, para mí siempre andás desnuda. No sé si te has dado cuenta. A veces paso un buen rato, luego de verte pasar frente a la ventana de mi oficina, poniéndole detalles a tu cuerpo en mi cabeza, imaginando tus pezones y decidiendo si pintarlos rosados o canela, poniéndote y quitándote lunares acá o allá, dependiendo de mi humor, a veces inclusive, poniéndote cicatrices o tatuajes en lugares que generalmente serían comunes para dibujar algún alacrán, algún tigre, algún entramado tribal o qué se yo, una araña, una viuda negra o mi nombre por ejemplo. En fin...

Vos sos la dueña de mis ilusiones, de mis fantasías, la promesa de un futuro con futuro. Pero a veces creo que no te interesa. O tal vez no lo sabés todavía. Más creo que no lo querés aceptar, porque finalmente seguís caminando sin dirigirme la palabra, ni la mirada, ni las manos, ni las piernas...

Hay días que me hablás en el messenger. Me saludás. Yo te imagino teniendo una videollamada. Te miro meneándote, contonéandote, desnudándote al ritmo de alguna canción oscura o un tango, yo qué sé. La cosa es que las cosas crecen, se estiran, se retuercen y de éste lado, siempre algún dolor resentido del "poder pero no poder".

"¿Por qué sos tan callada?", te voy a preguntar algún día, cuando coincidamos en el elevador. Ese día dejaré de estar husmeando entre los pliegues de tu blusa queriéndo verte el "brasier" o su contenido de proporciones exactas. Lo más seguro es que ni me voltiés a ver o si lo hacés sea para regalarme una mirada que gritando: "Qué te importa...". ¿No te das cuenta que el tiempo se nos va poco a poco, día con día?, un día de éstos echan a la mierda a alguno de los dos y se nos descalabran los planes.

Creo por ratos que soy un perfecto imbécil. Me requiero a mí mismo dejar estas ideas de puberto caliente y madurar un poco. Nunca lo logro y vos seguís ahí, entre mis sueños de grandeza y mi resentimiento social.

En fin, cuando te decidás algún día finalmente y dejés de ser tan insegura, me avisás para que dejemos de vivir éste nuestro affair de oficina al que sólo yo parezco hacerle ganas, porque vos sólo te dedicás a coquetearme mientras sacás las copias, mientras engrapás unas hojas, mientras hablás por teléfono, mientras calentás tu comida y hasta cuando te servís tu tacita de café a las 8:15 de la mañana.

Ya me cansé de fingir que no nos conocemos, aunque no sé ni tu nombre. Ya me cansé de verte fingir con tu novio cuando viene a recogerte al salir de la oficina, como si lo quisieras, cuando bien sabemos que tu corazón es mío. Ya me cansé de que no me dirijás la palabra y que me ignorés cuando te saludo del otro lado de la ventana de ésta oficina, de éste rincón en el que me tenés olvidado. Ya me cansé de preguntarme a diario cuando te miro "¿de qué color traerá hoy los pezones?".

Existencialismo (I)

I

Hoy pienso ser un poco egoísta, hablar de mí mismo, porque a ese grupo pertenezco, a los egoístas, a esa bandada de aves de rapiña que conformamos la clase media guatemalteca. No hay solución, no hay salvación. En el intermedio cabe todo: vemos todo suceder así, de lejos, al margen. Aquí adentro no hay soluciones, ni héroes, ni resplandores sobrenaturales. Somos la clase que mueve al país, los que elaboramos la comida, lo que hay para hartar. Los que apenas logran comer las migas y consideran eso es suficiente: con eso nos conformamos.

II

Nos debatimos entre lo justo y lo injusto, somos el único estrato social con consciencia, con fe, con esperanza. No miramos hacia arriba porque nos da pena, no miramos hacia abajo porque nos da pena: siempre hacia adelante, como buscando alcanzar algo que nunca ha estado allí, ¿hacia dónde vamos?... saber... pero ahí vamos...

III

Nos unen sentimientos encontrados, el amor y el odio desmedido. Amor a la Selección Nacional, amor a la Cerveza Nacional, amor al Feriado Nacional. El odio es más variado: odiamos a los putos taxistas, a los mierdas choferes de camioneta, a los desgraciados motoristas, a los cerotes de la policía, a los "x", a los "y", a los "z"... todos comparten nuestro odio... hay suficiente para todos. Somos las víctimas que entienden el daño que hacen los funcionarios públicos, a esos les tenemos más odio, más rabia, más despecho.

IV

Vamos a colegios con maestros mediocres, adquiriendo el mínimo necesario para lograr encontrar trabajo rápido si fuera necesario. Uno nunca sabe. Festejamos por cualquier excusa, haciendo valer nuestro amor por la Cerveza Nacional, por el Feriado Nacional y cada cuatro años, por la Selección Nacional.

V

Llenamos los centros comerciales, llenamos los "McDonald's", los "Pizza Hut", los chupaderos, los bares con tónica de cultos, los cafés renacidos. Navegamos en Internet y tenemos fotos de cada evento de fin de semana al que asistimos. Nos interesa que nos vean en manada, en grupos, aunque sea en pareja. No nos gusta la idea de la soledad, somos demasiado tercos como para enfrentarnos de frente, de cara a nosotros mismos.

VI

Tenemos miedo de todo, sobre todo de estar en la calle: hay que refugiarse pronto.

Nos tenemos miedo, nos tememos a nosotros mismos. Le tenemos pánico a nuestro vacío, a nuestra desolación, a nuestra inestabilidad. Nos gana la comodidad. Al final comemos cualquier porquería para sentirnos mejor. Nos tenemos terror. Hoy es Halloween: le tenemos miedo a nuestros propios fantasmas. Hay que festejar. Hay que demostrar nuestro amor.

Cigarros

I
(Cigarros)

a)

Todos bajamos a las 10:00 de la mañana. Nos congregamos alrededor del cigarro, alrededor del tubito de papel con tabaco en el interior, a hablar de banalidades y problemas personales, simples o complejos, tristes o risibles. Nos juntamos como se juntan todos en todos los edificios de alrededor, de la zona, de la ciudad. No hay soluciones, no hay más que jaloncitos de humo, suspiros, risas a medias, chistes que alimentan el morbo y la depravación colectiva. Hablamos de nada, mientras se consume y se chamusca el tabaco y el tubito contenedor. Hablamos en doble sentido, en triple sentido, en sentido inverso.

b)

Nos juntamos por el cigarro, nos quedamos por nosotros, terminamos y regresamos por nuestros problemas. Así se va el día. En el almuerzo se repite el mismo ritual y a media tarde y en el intermedio de las clases de la U y después de la última clase de la U y a media noche y entre la última clase de la U y la media noche, igual.

c)

El cigarro se vuelve para nosotros, jóvenes que nacieron en la década de los 80's, una excusa, una razón para amonitarnos, para sentarnos, para poner pausa a todo y reflexionar sobre el rumbo. Algunas veces para despertarnos del tedio existencial, otras sólo para mantenernos despiertos durante la jornada. Entiendo que un gran porcentaje de nosotros, jóvenes productos de una sociedad cuasi-demócrata, enmarcados en el contexto de un país "en vías de desarrollo", con libertad y paz, somos fumadores, más que todo, compulsivos.

d)

Acompañamos de cigarro cada momento: el desayuno, la refacción, el almuerzo, el descanso, las tareas, los proyectos, las celebraciones, el fiambre, los tamales, los abrazos, los besitos, el sexo, los lamentos, los funerales, las elecciones, los partidos de fut... todo. Acá pareciera que todos fuman. Siempre hay alguien fumando o alguien que vende cigarros.

e)

No nos interesa mucho la marca, generalmente le entramos a lo que alcance: no somos mañosos. Mentolados, light, mild, finos, caros, baratos, bambú, grama, monte, cualquier cosa. Sólo nos interesa fumar.

f)

Hemos vuelto los cigarros parte fundamental de la vida, de nuestra existencia metropolitana, citadina. No tenemos grandes penas, conflictos armados, revoluciones ni guerras mundiales. Conformamos una sociedad suspendida en el espacio, en el limbo, incompleta.

Lo sabemos, nosotros lo entendemos, por eso fumamos.

II
(¿Fumás?)

a)

Todos los días la misma historia: 10 o 20 correos electrónicos con diagramas, imágenes, esquemas e información de algún profesional en la materia, que me cuenta acerca de los daños que produce el cigarro al cuerpo. Me dan ganas de fumar. Sobre todo las fotos, me ponen nervioso, me alteran. Bajo al "cigarrette break" de media mañana. Mientras fumo, esta vez solo, recuerdo un poco la escena de hoy por la mañana antes de levantarme. Entra mi mamá al cuarto a despertarme porque ya es tarde. Encuentra sobre mi mesita de noche un encendedor:

- ¿Y vos por qué andas cargando un encendedor...?
- No es mío. Es de Carlos. Me lo prestó para quemarle los hilitos a mi pantalón. Como me lo cosieron le dejaron todos los hilitos colgando...
- Mmmmm... va levantate pues...

Así se van los días. Sospecho que ella sospecha que yo fumo. Es más, supongo que ella supone que yo fumo. Es más, sé que ella sabe que yo fumo. ¿Qué le queda?, creerme, hacerse la loca, tirarme indirectas, regañarme y escuchar la historia de cómo mi bufanda se impregnó de olor a chenca. Otros tienen mayor suerte y sus papás los quieren menos, les importan menos, o quizás tienen miedo, la cosa es que los dejan fumar. Con Carlos la cosa es un poco más distinta: su mamá lo deja fumar pero no quiere que ande chupando porque por bolo se murió su papá. Su papá, doctor reconocido, lo deja tomar, echarse las cervecitas cuando hay calor, o un whiskey cuando hay frío. Eso sí, fumar no. Fumar hace más daño que ponerse bolo. Con el Kiwi la cosa es un poco más abierta: vive sólo con su mamá, la mamá sabe que él fuma, la mamá fuma, entre ellos se dan y quitan cigarros.

b)

Yo fumo por inercia, porque el frío me provoca las ganas, porque me he engañado lo suficiente como para creer que el cigarro me ayuda a controlar un poco el estrés. Hago algo, fumo, pienso algo, fumo, creo algo, fumo, me río, fumo, lloro, fumo.

Todo se está íendo mucho a la mierda. Por estos días todo ha subido de volumen y me arde la piel al contacto con todo. Creo que me he venido deprimiendo.

Creo que nunca me había sentido tan solo.

- Vos, Maco, te llama Juanca... dice que tienen una reunión ahorita... que te apurés.

Doy un jalón fuerte, aclaro la garganta llena de toxinas, estrello la chenca contra el suelo, me sobo la cara con las dos manos, inclino la cabeza a la izquierda, me trueno el cuello y regreso al 7° nivel del edificio. Se me había olvidado la reunión.

III
(Odio)

Odio el olor que deja el cigarro sobre la piel: es el olor de la culpa. No se vá ni aunque uno se lave las manos con jabón de olor, se eche loción o se tire un pedo sobre sus propios dedos. No se quita.

Familia (I)

I
(Familia)

A todos nos toca sobrevivir a la familia: ese tumulto de gente que se le parece a uno en los rasgos o en las mañas. Ese montón de tunquitos aglomerados bajo la sombra de no-se-quién-A que en algún momento en la historia se junto con no-se-quién-B, dando inicio a generaciones y generaciones de paridas y entierros, de las cuales hoy somos producto. A veces, producto malempacado.

Paréntesis
(
Estamos ya casi a mediados de noviembre. Noviembre es como un viernes: el viernes es el sábado chiquito - noviembre es entonces un diciembre chiquito. Noviembre es pura preparación, como el momento del año en que viene el ajuste de cuentas con los objetivos y propósitos que se pone uno a principios de año y al mismo tiempo, el momento de planificación de tanto fiesterío loco de fin de año, cierre necesario de toda actividad laboral remunerada: los convivios.
)

Noviembre me hace pensar en la familia. Querer estar con mi familia.

Es más: este año no quisiera celebrar, no quisiera ir a algún lado a tomar cerveza, ni whiskey, ni tequila y menos ron. Más bien quisiera disfrutar un poco a mi familia. Ese manojo de gente que cuento con los dedos de la mano y que apenas he podido ver este año.

II
(Hermanos)

Tengo 3 hermanos: un hermano y dos hermanas - Ana María, Juan Carlos y Lucía Fernanda. Mis hermanos más pequeños son gemelos, aunque son más iguales dos piedras que ellos.

Mis hermanos: pequeños revoloteos de vida en mi vida; pequeños intentos de mí; pequeñas efervescencias en mi vaso; viñetas en el listado de mi familia, roces, sonrisas y memorias.

Yo les intenté inculcar a todos esa malamaña de fumar, aunque Lucy, la pequeña, nunca aprendió... o nunca quiso aprender. Ahora que lo pienso, es mejor así porque dentro de todo creo que es un cargo de conciencia menos.

Desde pequeños fuimos enseñados a la orden de las miradas y los pellizcos maternos. Increíble cómo el lenguaje materno se transmite entera y eficientemente a través de la pura mirada y las uñas en la piel.

Desde pequeños: nada de andar en las vecindades, nada de dejarse de los demás niños, nada de hablar más de la cuenta, respeto, respeto, respeto, nada de hablar "malas palabras", nada de mentir, etc. Todo, desde pequeños, porque "desde pequeños van creciendo los patojos".

II
(Ana María)

Ana María y yo nos llevábamos muy bien: todo cambió desde Andrés, su novio. Ahora, nunca la encuentro. Es más, ella ya no me busca. A veces me cuesta verla así tan lejos, pero lejos es mejor que no verla.

Todos los días repite que se casa en septiembre.

IV
(Juan Carlos y Lucy)

Con Juan Carlos y Lucy me cuesta más... es que ellos siempre andan emputados, con el chamuco a flor de piel y la lengua:

- Ah, hombre... ya venís vos con tu chingadera... sho cerote, andate a la mierda... - y hasta allí mi intento de plática.

A veces es difícil lidiar con dos cuasi-jóvenes entre pubertos y mutantes con sus gorras de marca, sus collares típicos, sus pulseritas, sus berrinches, sus intentos, sus desplantes, sus enojos, su desesperanza, su incertidumbre, su frialdad: su distancia.

V.I
(Lo que nos une)

Nos unen:

  • El mismo padre y la misma madre.
  • El mismo árbol genealógico.
  • La década en que nacimos: entre 1,986 y 1,989. Todos en los 80's.
  • Medio millar de mentiras.
  • Las anécdotas con la muchacha.
  • Un par de borracheras.
  • Las idas a la casa de mi abuelita (materna).
  • Los viajes de fin de año.
  • Los desayunos y los almuerzos de los domingos.
  • Media docena de entierros.
  • Los quéhaceres del domingo.
  • La gritadera en las fiestas familiares.
  • Un sentimiento heredado de unión, sin querer y sin soltar.
  • La pintada de la casa.
  • Ver la Academia.
  • Los partidos de la selección nacional.
  • Las malas palabras y los malos intentos.
  • La quemadera de estrellitas, volcancitos, canchinflines y cuetes de fin de año.
  • 2 ó 3 abrazos al año.
V.II
(Lo que nos separa)

El tiempo y la conciencia.

(...)

Me voy a dejar de extirpar las ideas de la frente... mejor dejo que se acumulen para cuando necesite recordar lo importante. Esta semana se acaba, me deja, me espanta y me asombra. Creo que la he distribuido eficientemente entre el estrés, la soledad colectiva, el frío y el desvelo.

Sexo (I)

I
(Sexo - Pt. 1)

Por aquí hablan de sexo: sexo con esta, con aquella, con los culitos, con las chavas, con mujeres, con hombres, con perros, con almohadas, con condón, al natural, por arriba, por abajo, con prisa, despacito, por rabia, por despecho, por compromiso, por delante, por detrás, antes, después, con uno, con muchos, con todos... en fin, todos lo hacen, todos lo entienden, todos lo quieren.

Algunos lo describen como abrir las puertas del cielo, otros como bajar al infierno... otros más, simplemente hablan de cuántas, otros de con quién y otros por cuánto tiempo... uno por allá me dijo una vez: "A esta edad, es sólo sexo...".

II
(En lo personal...)

Pues entre todo, he aprendido que el sexo va un poco más allá del abrir las patas y clavar algo en otro cuerpo, más que la desnudez inclusive, más que el contacto a veces. Sobre todo he aprendido que el sexo no es algo físico, ni algo que se hace: es más subjetivo, es algo que se siente... y no, no me refiero a aspectos ni morales, ni éticos, ni románticos, ni ingenuidades sugestivas. Sexo he tenido, más del que alguien podría necesitar quizás a esta edad...

III
(Pagar)

Alguien me contaba que los delfines y el ser humano son los únicos animales que se "aparean" por placer, por quitarse las ganas, porque le encuentran el saborcito y el puro feelin'. Sin embargo, los humanos son los únicos animales que pagan por sexo. ¿Es que somos lo suficientemente poco civilizados para pagar por sexo? Es que hoy basta con salir a un bar, invitar a un par de tragos, hacer la proposición, tener una llave para un cuarto para una cama. Y no que yo lo diga, el Beto lo confirma.

IV
(Beto)

Beto se sienta unas 2 horas a contarme sus historias sexuales, copulativas, fetichistas y voyeuristas. Beto se sienta dos horas completas a compartirme sus anécdotas... bolo o sobrio, siempre habla de gringas, finlandesas, suecas, inglesas, holandesas, todas sus víctimas (o él víctima de todas, porque en sus palabras él no se las coge, ellas se lo cogen a él). Beto siempre me invita a La Antigua, habla de La Antigua como si fuera el centro del mundo, porque ahí las extranjeras, canchitas buenotas "no andan buscando que las invités, ni que las chuliés, ni que les digás piropos: ellas quieren coger, rico y rápido..."

V
(Reflexión)

La verdad es que a veces me da cargo de conciencia, porque creo que Andrea finalmente preferiría que no hubiera sido yo quien le quitara la virginidad. A veces me enferman mis fantasmas... a veces me pongo mal porque la conciencia me tira piedras sobre las intenciones.

En fin, creo que el sexo está sobrevalorado por estas latitudes y al mismo tiempo tan satanizado y pobremente apreciado que uno no sabe si patearlo, cogérselo o escupirle cuando lo mira.

Papás

Los papás a veces parecen tan crueles.

Parecen: no lo son.

Amigo

I
(Amigo)

Luis Pedro es mi amigo, independientemente de todo, es mi amigo. Me gusta su nombre porque es uno de esos que uno no pronuncia por partes; un nombre compuesto por dos nombres que no funcionan individualmente: ni Luis ni Pedro, Luispedro. Así éramos igualmente nosotros: una persona compuesta por dos personas que no funcionan individualmente. Al menos así parecía.

Con Luispedro (me siento más a gusto usando los nombres juntos, así sé que usted lo lee como se debe leer, como se debe pronunciar) crecimos juntos en La Colonia, un conglomerado de unas 300 casas, dispuestas en cuadras de 10 casas cada una. Las vacaciones era de encerrarnos a jugar Nintendo hasta que era de madrugada, hacer y volar barriletes, salir en bici a los cerritos que resguardaban La Colonia de la civilización, la fiereza y el ruido de La Ciudad. Fue bonito crecer en los suburbios, llevados y traidos en bus al y del colegio.

Nuestra competencia mayor: quién sacaba mejores notas. Compartíamos el colegio, el grado y la sección, por lo que estando en circunstancias idénticas, era más fácil decidir quien era "más inteligente".

II
(Los Pelos)

Cuando los pelos aparecieron empezó lo complicado. Cambio de voz, cambio de altura, cambio de gustos, cambio de todo. Ya salir en bici era salir como lobos feroces en busca de alguna caperucita descuidada. Los dos cerros se nos hicieron dos gigantes tetas, las calles eran siluetas de alguna mujercilla, las esquinas la silueta de sus nalgas, en fin: las hormonas y sus efectos nocivos para la tranquilidad y las reacciones "erectivas" nocturnas y mañaneras.

En el colegio las cosas se tranquilizaban un poco porque estudiar toda la vida en un colegio católico para varones o te acumula las ganas o te hace hueco. Aquí se trataba simplemente de encajar, en algún lado, o más bien dejarte encajar. Ser popular, ser recha, ser raro, ser freak, ser deportito, eso es lo importante: pertenecer.

Nótese que a pesar de todo, las notas, las clases, los libros, nunca son prioridad en un centro educativo: nunca.

III
(Rechas)

Nunca me sentí bien viviendo bajo normas, teorías o instituciones hipócritas, bajo la lupa de algunos y sus complejos, sus liberaciones, sus cuentos fufurufos o sus historias de viaje a mundos desarrollados. Dentro de todo me sentí mejor con los que vivían al margen de lo que el mundo ve como bueno, con los olvidados, los que pasan desapercibidos, los que hieden, los que no hablan, los rechas.

Ahí hicimos con Luispedro nuestra sede: entre los rechas.

Bien recuerdo nuestras granjas de arañas dentro del envase plástico de doble litro de alguna gaseosa, nuestros caminos infinitos de corrector de lapicero que se incineraban instantáneamente al contacto con el fuego del Zippo con el que prendíamos los cigarros que nos fumábamos a la salida.

IV
(Cachados)

Una vez nos cacharon fumando. Nuevamente el cigarro se hace presente. El maestro de inglés decidió tomar el camino que tomábamos Luispedro y yo todos los días hacia la parada de camioneta. Nos vio de lejos y por supuesto vio la nube de humo pulmonar gris que se iba quedando detrás de nosotros como el rastro que dejan los barcos en el mar.

Nos alcanzó. Todavía recuerdo que dije en vos alta "Shit!" cuando lo ví. lo acompañamos de regreso al colegio. Nos levantó un "acta" y una reventada de hocico de parte de mi papá y una reventada de piernas para Luispedro.

- Vos Maco, mirá esta mierda: me hizo mierda las piernas mi viejo.

Nunca habíamos reído tanto creo yo... o tal vez nunca disfruté tanto reírme, sobre todo porque tenía reventados los labios y el dolor me mandaba espinitas al cerebro. Fue algo sublime.

Fall45 técnic4s

hoy voy a robarme una sonrisa del sol - lo prometo -

voy a prenderle fuego al silencio, al destierro,
a perforarle la panza al vacío.

voy a engrasar las cadenas de la máquina,
a pulirle un poco la cara
a procurarle un mejor funcionamiento,
a eficientarle el motor.

voy a hacerme una silla,
una mesa,
sentarme,

servirme algo de gasolina en las rocas,
comer
un poco de ensalada y
tornillos oxidados.

qué mal.

tengo algunas ideas podridas, lo acepto,
mis ojos son carroña a veces para estos buitres de lo cierto, único y verdadero
de lo establecido.

me arrepiento, siento miedo.

mi corazón manda impulsos desesperados
pero los sistemas fallan
preo slo stemisas flnala
psmi tro fstellsna lnnsso

----fallas técnicas----

y al final
no es tanto lo que pude haber dado
o lo que pudo haber sido

idiota: lo que quería que fuera.

qué mal.

vuelve todo a ser demasiado
y aún así, no suficiente,

la culpa se me viene encima
y un sonriente "te lo dije"
me escupe en la cara - yo, reproducido.

esto es lo que temía
y sin embargo, ya lo esperaba,

no te culpo niña fugaz
no te culpo lovely girl
you always shine
you shine on me
you shine above, smile aloud,
you smile and shine and shine and smile
and then: yo muero.

qué mal.

las razones no me caben en la cabeza
no me valen lo suficiente
no me convencen

quiero algo más
quiero algo más

quiero algo que haga valer
todo

el mecanismo de autodestrucción
me inquieta, me tienta las ganas,
un gran botón gordo y rojo,
un verdadero botón, no como estos ojos...
tan extraviados, observando partículas de nada,
tan perdidos, recuerriendo a los microbios.

qué mal.

lo que dijiste
no es más que
una falacia
una tormentosa "historia entre tus dedos"
entre mis dedos, ahora, maldición gitana.

qué hago ahora que esto tiene ganas de salir
burla recurrente, desfachatez y descaro,
qué hago justo ahora
justo ahora (justo) ahora

el sentido de mi propia historia
no tiene sentido.

esto es lo que me perturba
es esto lo que me roba el aliento:

y la sangre hierve
la sangre hierve
sangre hierve
hierve.
.

(b)

no veo claro

qué mal.

pobre iluso iluso iluso inocente.
p%6er 77777 --- .-

qué mal.

----7allas técn1c4s----

qu méla.

----fall8s téc10250----

mua qlé.

----fallas tjekdijñdsie
ñlkjai djsfañ.
ajlfk . jaklñsiiiiosss. ---
-.----.bbyr.

qué mal.

Aún se siente

I
Cosas que unos entienden
otros no.

Cosas que aún se sienten,
aún duelen cuando suenan en los audífonos
cuando suenan en la mente
cuando suenan en los días
que se van acabando.

La muerte, los detalles que se meten bajo la piel
renovando el dolor de la muerte
cada día.

La pérdida, los fragmentos, esquirlas del estallido,
de la explosión del corazón,
la memoria.

Las voces que uno intenta revivir
que uno quiere no dejar de escuchar
el sonido de los regaños, las sonrisas,
la despedida: lo último que se dijo.

Hay esencias que se impregnan,
que nos envuelven, que nos recubren,
polvos galácticos,
pequeños puntos fantásticos
que comen la piel revelando el alma.

II
Se detiene un momento, un instante,
una imagen en mi cabeza:
alguien manda un correo.

Alguien más responde:
"Extraño a mis papás........."
puntos suspensivos que suponen algo común,
algo que todos aún sentimos
cuando el silencio se nos mete entre las actividades,
entre los momentos de intercambio de lugar,
en los momentos de movilización solitaria.

III
Ayer vi llorar a tu niña interna,
vi su miedo porque papá y mamá ya no están.

Vi que aún tienes temor de poner los pies sobre la tierra,
que no quieres seguir respirando ese aroma que te hace pensar en ellos.

Vi, mujeradultaconesposoydoshijos, que aún te duele
y sólo quería que supieras, que no sos la única.

La canción que mandaste duele más ahora
que nunca.

IV
Aún no le logro hablar a mi papá de ésto,
siento que aún llora cuando lo traicionan los recuerdos...

y estas letras, éstas líneas se vienen desmoronando
mientras escribo,
mientras viajan a algún lado
que nadie encuentra.

Que Dios nos libre de quedarnos aquí sentados.

Marcel y Ale

Marcel y Ale, dos nombres escritos en una calcomanía en el "bomper" de un carro. Dos personas, dos sexos, dos conjuntos de huesos, carnes, dudas y mañas. Dos personas, dos mundos, sus mundos, dos formas totalmente distintas. Una pareja, novios, dos niños de 22 años.

A veces los imagino, sentados en la banqueta que pasa por el frente del edificio donde trabajan, donde se conocieron un día en el ascensor. Los imagino comiendo mientras se ven en silencio a momentos y sueñan con una realidad distinta en una Guatemala distinta. Comen y luego beben de la pajilla, mientras se miran nuevamente en silencio como si fuesen dos cómplices de algún secreto indescifrable. Luego se levantan, recogen el saldo basuresco de un almuerzo más de un día más de trabajo. Caminan, se toman de la mano, Marcel y Ale, los dos enamorados cercanos, coquetos el uno con el otro, relación fresca y encendida. Él la voltea a ver, ella siente la mirada de él sobre su cuello. Él camina idiotizado, dándose el lujo por ratitos de bajar la mirada hasta el escote, dando saltitos logra ver dentro dos lunas morenas y un lunar como alguna manzana de algún árbol de alguna historia bíblica que augura un futuro fatal: una verdadera tentación carnal.

Ella enciende un cigarro, justo en la entrada del edificio. Tiene 4 minutos a partir de ahora para terminarse el cigarro y ponerle el punto y final a su hora de almuerzo. Él se detiene, la jala y la abraza desde atrás terminando la acción colocando su cabeza sobre el hombro de ella. Ella inclina un poco la cabeza hacia adelante. Fuma, inhala, exhala, inhala descanso, exhala estrés, inhala ganas, exhala desencantos, inhala futuros, exhala pasados, inhala flores, exhala arañas. En resumen: fuma.

A todo esto, ninguna palabra pronunciada. De fondo, la ciudad como una gigante de cemento y asfalto pariendo maldiciones, negocios, dinero y uno que otro balazo.

Último jalón. Absorbe, chupa el contenido de aquel tubito de intoxicación de porción mentolada. Pasa volando un par de helicópteros sobre el edificio. Él abre los ojos, ella cierra la boca.

Marcel y Ale, novios suicidas, compartiendo camas de moteles, compartiendo sexo en las gradas del edificio del trabajo y la cocina de la casa de los abuelos. Novios de McDonald's y Cine los fines de semana. Cervezas cuando alcanza.

Los dos siguiendo un camino incierto, plagado de deudas y amor desquiciado, compañeros de respiraciones agitadas y besos convertidos en gemidos en el asiento de atrás del carro.

A veces me los imagino, oyendo a todo volumen algún disco de Bohemia Suburbana en la casa del otro mientras comen helado de limón. Mientras se acompañan el uno al otro como expulsados del mundo, refugiados en algún parque de la colonia mientras ella cae nuevamente en el acto tan sincero de fumar. Él guarda silencio y nuevamente la abraza por detrás, mientras ella expulsa un par de demonios dentro del humo fantasmal que se desliza por entre sus dientes y sus dos labios rosaditos.

Ella tan fría, él tan pendejo. Amor puro.

Marcel y Ale, dos nombres escritos en una calcomanía en el "bomper" de un carro.

Diciembre Intoxicado I

Conjunto de escritos que en principio eran ideas
y que me encargué de pasar a digital
durante diciembre de 2004
y diciembre de 2005.

I

Llegó diciembre y con él tantas frías celebraciones, tantas luces, tantas metas desiertas, llantos y frustraciones porque el tiempo se ha fugado, tantos suéteres, tantos borrachos emborrachados, tantas contaminaciones y quemaduras; tantas y tantas tentaciones. Y yo en medio de todo, ocupado con mis uñas y mis dientes, con mi fe y mi carne; que no es lo mismo que mi carnosidad o mi encarnación. Hay tantos aparatos en mi aire, en la televisión, en el mundo, en el aire de todos y los días tienen alma nostálgica y de resignación.

II

Caminar no es caminar, es moverse y ya ni eso es aconsejable: a mi mamá le robaron las llantas… y ahora creo que hasta la tranquilidad de vivir o la capacidad de morir tranquila…

III

Como decía, diciembre y sus intoxicaciones, sus contaminaciones, sus mudas putrefacciones, llegaron. Y todas sobre mí, como avalancha roja y verde y amarilla y blanca, como tornado de inmundicia, como peste de celebraciones paganas, como una parte de mi Apocalipsis personal anunciado, ese que se asoma desde que recuerdo, cada año, en la recta final de todo, recordándome mi latente fragilidad, congelándome los huesos con sus temporales, su frío, su ola de muerte invisible y su ejército de martillos disparándole a la espina y lanzándole fuego a las piernas que encuentra en su camino.

Y cada año es más imprudente y abusivo el asunto. Su llegada también.

IV

En las paredes se pintan varios rostros, con ojos de invierno y vestidos de papel de china. Yo trato de mantener en la mirada la misma soledad y el mismo desconcierto, porque finalmente debo aceptar algo: no hay nada que me haga sentir menos sólo que el olor a masa, el olor a pino, el olor a manzanilla, acerrín y pólvora. Los abrazos, los abrazos infinitos, los abrazos llorosos, moquientos y verticales. Esos por otro lado, me matan.

V

Así la paso, así sobrevivo y se me van los días de éste diciembre, terminando el camino poco a poco y sí, totalmente desentendido del daño.

No me hace caso

Vengo y le digo a aquel "mano, no escribás eso... te pueden tachar de comunista". No me hace caso y a los dos meses está en una cárcel. Le llevo una canasta de lombrices para que coma. No come. Habla, eso hace, es lo único que hace.

Vengo y le digo "mano, tomá algo de agua, chupate los labios, dejá de aruñarte la cara te pueden tachar de trabajador del gobierno". No me hace caso y a los dos meses está vomitando y sin cara.

Lo voy a ver, le llevo una canasta de manzanas, por aquello del dolor de cabeza. Lo encuentro acostado, con una hilera de tripas colgando. "Mano escondete esas cosas, te pueden tachar de moribundo". no me hace caso, a los dos meses está enterrado.

Voy al cementerio (no sé por qué sigo íendo a visitarlo, donde esté). Me acerco a la tumba: "mano, callate, te pueden tachar de vivo" le digo... no me hace caso: a los dos meses está caminando por una calle del centro, bolo y desnudo: todo coche.

Hoy no

Minuto a minuto, se gasta los dedos restregándolos unos contra otros y malgasta sus neuronas chocándolas unas contra otras. Minuto a minuto, el tiempo avanza. Se entrega a un cigarro; se cuelga de él. Lo enciende e inhala, chupa, extrae humo. Disimula el estrés en los codos. Tiene estrés hasta en los codos.

Hoy no está aquí, y finalmente ha decidido culpar al café: “Ya lo decidí: es por el café… demasiado café”. Tiene ganas de partirle el cráneo a alguien porque la frustración se le ha materializado en un pedazo de hoja de papel periódico, un código programático fallido y una hoja de cálculo desordenada medio rota. Calificación: reprobado.

Se disfraza de cigarro, se disfraza de humo de cigarro. Está en un estado inestable, ambivalente, donde nada lo contiene, nada lo llena: ni ella, ni nada.

Se cuelga de nuevo del cigarro y divaga un poco: se imagina de nuevo en el salón, sentado, escribiendo códigos binarios y rayando las hojas con ideas que no tienen esperanza… la mayor parte está mala. Qué más da. Repito: hoy no está aquí. Piensa: "... si hubiera estudiado algo...".

Inserta el objeto de su angustia en el buzón de los pecados y se aleja. Prende un cigarro.
Aquí inicia este escrito: él enciende un cigarro. Camina desorientado, perdido, más por inercia que persiguiendo algún objetivo. Así ha sido últimamente, consumido por su mente, se ha olvidado de vivir aquí afuera; de tocar, de sentir, de ver y besar y agarrar de la mano, de decir lo más importante y callar lo que debe. Finalmente ha decidido culpar al café.

Todos se riegan, y arman y desarman, y explotan y gritan y corren; todos se movilizan a su alrededor, mas ninguno de los secundarios es importante, sólo él y sus ideas. El café, la culpa del café, el humo rodeando cual planta parásita, su mente dando giros de 360 grados, convulsionando: en coma.

Ya no quiere tratar, sólo preguntarse día y noche y responder, bien o mal, no importa. Responder es lo que importa, tener algo qué decir, tener algo que simule si quiera una razón.

Inhala humo de nuevo, luego lo exhala lentamente creando ese efecto alucinante de neblina grisácea sofocándolo todo, atrapándonos y haciéndonos invisibles. ESO ES LO QUE QUIERO: SER INVISIBLE.

Mientras camina y fuma y cavila, se olvida de lo que es y lo que tiene. Se visualiza sentado en un café cualquiera, solo, con una cajetilla a la mitad, un café bien cargado, negro, bueno, sin azúcar; observando a los transeúntes vivir o pseudo-vivir, sobrevivir más que todo. Toma un poco de café y sella de nuevo la boca. Su mente se pone en neutro y simplemente se pierde en un punto infinito de algún punto infinito. Nuevamente se extravía para terminar colgado de un cigarro.
¿Fumar es la salvación?, ¿de qué?, ¿está él perdiendo el sentido?

-/-
Llego hasta aquí, realmente no sé cómo, pero aquí estoy. Vine caminando paso a paso, lentamente; me dejé crecer la barba, me empecé a creer algunas cosas, algunas cosas que nunca creí llegar a creer que creería, he puesto todo de todo sobre la mesa, sobre la cama y finalmente me nacieron los ojos y los labios y luego un intento de corazón.
Ahora quiero manos.

No me importa que ya no sirvan, porque sé bien y acepto, que las cosas tienen que cambiar. Van a cambiar. No importa realmente si algo cambia.
¿Qué pienso?, ¿qué siento?, ¿qué me provoca todo esto? -- muy fácil: fumar. Uno tras otro. Como nunca, como antes.

Y termino donde todo empezó: tengo ganas de un cigarro. ¿Alguien tiene fuego?

Domingo, 29 de Mayo de 2005, 12:03:32 p.m.

Hoy

Hoy no es hoy:
hoy es mañana
hoy es siempre mañana.

Hoy es después, hoy es nunca hoy,
es un momento futuro,
un momento que viene en camino,
que aún no llega...

... hoy no está aquí; no es presente sino lo desconocido...

Hoy se viene dibujando, mas no tiene aún forma,
no en mi cabeza, no en lo que tengo
no en lo que creo...

Septiembre de 2007

Así

Así como se mira,
así como se siente,
así como se entiende,
así como se ve:

así es.

Volcancito

Vos sos un volcancito
un volcancito de Navidad
y tenés cortita la mecha...

y estás fumando...

y estás soñando, todo el tiempo,
improvisando tus erupciones,
caminando dormido,
sometido a tu pólvora
y tu envoltorio
y tu marca
y tus letras doraditas...

vos sos un volcancito...

un volcancito de Año Nuevo...

Mujérculo

La bebita se desarrolla de feto a mordisqueadora de chiche.
Suelta la chiche, se agarra de la mano. Camina. Se cae, gatea.
Babea y hace pucheros.

La bebita es ahora nena.

La nena habla, come y aprende a ir al baño.
La nena se va al colegio. En el colegio se hace niña.
Se sabe niña, se reconoce niña.
La niña aprende sus lecciones.

La niña se cambia de mudada: se hace señorita.

La señorita se hace chiches, le salen chiches.
La señorita en sus 15, la señorita en su vals,
la señorita en su graduación.

La señorita en la U.
En la U la señorita involuciona: se hace culo.

El culo se contonea, el culo se emborracha,
el culo hablando por celular.

Culos en las fiestas, culos en la tele.
Culos en el jaifaiv, en el feizbuk.

Culos los viernes en velmax.

Tantos culos caminando por la calle,
tantos culos cagándose en lo que antes eran mujeres.

El culo se hace vieja.

Váyanse todos al carajo.

Cosas GRANDES

Sueño con hacer cosas grandes, superlativas,
que se escriban con mayúsculas.

Sueño con hacer cosas grandes
del largo de las uñas,
del ancho de los sueños,
del grosor del compromiso.

Sueño con hacer cosas grandes
sencillas, simples y grandes,
cosas como barrer con la basura de los libros,
cosas como limpiar el agua sucia de la música,
cosas como borrar los errores ortográficos de las películas.

Sueño con hacer cosas grandes,
grandes como el mar, como la luna,
cosas grandes...

...tan grandes como las ganas que tengo de hacer cosas grandes.

Bang, bang

Andrea escribe el título de su historia: "Love is suicide". Se sentía feliz de matar a ese personaje desabrido que tanto le aburría, la Any, el retrato exacto de todas esas tontas con la cabeza llena de aire, que se dedicaban a joderla cada vez que podían en clase, en el recreo y hasta en Miraflores, si es que se la topaban mientras ellas iban con sus noviecitos al cine y Andrea se refugiaba en &Café a tomarse su latté sin azúcar.

Andrea sueña con la muerte todas las noches, todas las noches sin excepción, desde que tenía 12 años. Se despierta sudando, aterrada, con frío y con la imagen fresca del infame que la sigue por toda su casa con un cuchillo en la mano. Su papá, un psicólogo egocéntrico (es difícil no pensar en un psicólogo y asumirlo egocéntrico), atribuye estos sueños recurrentes a un trauma de su infancia, posiblemente a la culpa con la que andrea ha vivido los 10 años siguientes a la muerte de su perro, Sargento García. El Sargento García era un perro de esos gorditos, cachetones, bulldog. Andrea lo sacó a pasear una noche de vacaciones, tarea tan común que no suponía mayor cuidado, por lo que salió sola. Llegando a la esquina sintió antojo de unos ricitos o unos Tortrix, daba igual. Al cruzar la calle para llegar a la tienda, no se percató que el idiota de su vecino venía justo entrando a la colonia, bolo e inconsciente, con el radio entonando algún himno reguetonero, montado en su carro del año (un "EVO" recalcaba el presumido de mierda). Ella logró retroceder el paso exacto para que el carro no la tirara a la mierda, pero Sargento García no.

Andrea nunca encajó en lo que se tendría como una "niña normal". Siempre coleccionando clips, siempre coleccionando lombrices, siempre escribiendo poemas sin sentido como:

"Gira, gira, ruleta azul
cabeza de hielo, cabeza en el baúl
triste destino, no vas a venir
calla la luz, no puedo dormir."

Siempre dibujando cuchillos, cuchillos en la cabeza de alguien, cuchillos en la espalda de alguien, cuchillos en la boca de alguien, en definitiva, siempre alguien en algún cuchillo.

Andrea no lograba nunca dejar de temblar. Siempre temblaba... pero no todo el tiempo, más bien periódicamente, cada cierto tiempo cronometrado exactamente por Carlos, su novio: cada 19 minutos. Carlos tiene otra novia y Andrea lo sabe. Lo sabe y le pela, o tal vez no le pela, pero se hace la bestia e igual lo besa, igual se entrega, igual se embaraza.

Andrea tiene 2 meses ya de embarazo. Andrea recuerda el momento y cómo, a pesar de conocer las consecuencias, dejó que Carlos la desarmara a besos. Andrea siente que está perdida, Andrea siente que no tiene rumbo. Andrea tiene 22 años y está estudiando psicología. Andrea tiene cargo de conciencia y quisiera ser como Any y colgarse de las gradas de su casa. La mamá de Andrea es Ingeniera. La mamá de Andrea la muestra ante sus amigos como el logro más grande de la Ingeniería aplicada a los humanos. El papá de Andrea se ríe por dentro haciendo muecas pedantes.

Carlos le dice a Andrea que aborte, las amigas de Andrea le dicen que aborte, la Andrea que no quiere sentirse culpable le dice que aborte, que es más fácil cargar con esa culpa que con la maldición de sus tatas toda la vida: el destierro de su familia.

Andrea decide: Andrea decide desaparecer un tiempo, irse un poco a la mierda. Junta algo de pisto (todos los doctores les abren cuentas a sus hijos para que aprendan a ser codos, para que sientan orgullo de ser tacaños desde pequeños), sale de su casa un domingo en la madrugada. - Huevuda pues cabrona... - se dice en la mente mientras se sube al Taxi. El taxi se aleja de la casa, el taxi se desvía del rumbo solicitado, el taxi toma la vía al infierno. A Andrea no se le nota el "gol" todavía, el bulto no ha desfigurado su barriga.

Justo antes de subirse al taxi, mientras se armaba de valor para irse y dejarse de todos, Andrea pensaba en qué haría y sus ideas se fueron extendiendo hasta visualizar como una imagen divina, como una mera aparición divina, al bebé que llevaba dentro. Le vio crecer lentamente, como en esos videos en super fast forward que nos muestran cómo se abre una rosa en dos segundos. Vio que era un varoncito, cachetoncito, chapudito, colochito, como el mula de su papá.

Ahora voy a ser tata y nana... qué pisados... - pensó.

Mientras el tipo sacaba la pistola que olía a sangre o a óxido, no era posible distinguir, Andrea aún estaba divagando en las nubes.

Dos semanas después, la prensa anunciaba el hallazgo de una joven de entre veinte y veinticuatro años en el Parque Naciones Unidas, atada de pies y de manos, violada, con un tiro en la sien y una ilusión marchita en el vientre.

Impresiones:

PsicoLibelula dijo...
26 DE JUNIO DE 2008 0:16
Dios!!! Ufff que historia!!! Estoy erizada, aterrorizada, asombrada, atonita!!! Lo logro de nuevo, que mente retorcida!!!

Sabe es sorprendente que si pasa lo que dice Cohelo: Cuando uno desea realmente algo el universo entero conspira para que se de...

Andrea deseaba morir, no queria quedar mal antes sus tatas (que por cierto con lo m... e inconscientes pela!) y deseaba huir, pero no especifico a donde, y alli alguien que le dio el empujon, claro que como muchas veces en la vida la gente que "ayuda" quiere algo a cambio, y para este cabrón fue la satisfacción de una sucia violación...

Pero en fin, se dió lo que ella deseaba desde pequeña y sin que ella lo hiciera, adios culpa, no fue suicidio, tiene un lugar en el cielo??? Hay cielo???

Pero lo que me atormenta de la historia es su comentario acerca del egocentrismo de los psicólogos, yo como una de ellos, debo de mencionar que no todos somos así, y que eso de generalizar esta mal... A mi humilde parecer... Pero bueno ud lo decide es su espacio, aunque ese juicio me dolio, debo confesar jejeje

Que buena historia!!! Esta ud bien? jejejeje
Peska dijo...
26 DE JUNIO DE 2008 11:05
Fuck!!! Mente Retorcida!!!
Juan Jacob dijo...
26 DE JUNIO DE 2008 13:11
Fuck 0te... Sos andrea y tenes embarazado el labio!! jajaja. Te embarazo el Jota!! jajajaa
Mano, ya, bueno ya! ya! ya! fuera de chingadera!! Que buena mierda vos.. La lectura me absorvio por completo, no puede dejar de imaginar todo el tiempo el relato.. Mente retorzida la mierda! Que buena mierda vos!
Miriam dijo...
27 DE JUNIO DE 2008 15:40
Diablos!!!!!!!!!!!!!!!!! Jorge por que????????!!!!!!!!!! no puede ser. Me están asustando tus historias, son muy masacres (pero me gustan jajajajajaja).

Oficiales

Ahí va el carnicero,
ojos ceniceros
cuchillo en mano
sangre en las pupilas.

Ahí va el cerrajero,
labios de florero
encerrando las esquinas
abriendo el vacío de los suicidas.

Ahí va el policía
dulce tonto de fantasía,
golpes de macana
letras doradas sin pretextos.

Ahí va el bombero
con los pies derretidos
con los sentidos atrofiados
con el fuego en las venas...

El horror, los golpes, los ronquidos,
las muertes transversales,
presentes y completas...

las canciones redundantes.

Ego

Yo tengo un ego más bien, del tamaño del mundo,
un monstruón hecho y derecho y torcido y grandotote...
... creo...
... por lo visto, pues...
No quiere decir que sea lleno'e mierdas...
más bien creo que lo tengo ahí,
canalizado
controlado
encerradito
tranquilito.

CREO...

Tengo el ego entretenido,
así es: entretenido,

pa'que se haga bolas él solo.

Pues que cuando quiere salirse y "lucirse"
y echarse salsa encima y gritarse
y echárseme encima,
le digo que escriba,
le doy un teclado y un blog
y que se entretenga...

... o le doy unos crayones y un lápiz y que pinte algo...
... que dibuje, que lea...
... que oiga una canción.

Pues que se quede calladito es lo único que importa...

- A la que no le sorprende que tenga 8 blogs

Supernada

David, el hacendoso, David el callado, ese David maquinando la salvación del mundo en su cabeza.

Cuando David era pequeño se lo propuso: salvaría el mundo. Siendo producto de una familia, unos padres y una ideología humilde, salvar al mundo era posible, porque es un hecho que mientras más pobreza existe, más realizable es el mundo imaginario. Es así de simple. La mente maquina.

David creció con sus compañeros de la escuela, y mientras todos corrían entre la maleza, saltaban en los charcos y ponían sus zompopos de mayo a luchar, David aguardaba en silencio, siempre callado, siempre meditando, siempre a la espera de la ocasión y el momento exacto en que adquiriría algún tipo de super poderes, en que las fuerzas superiores le contactarían para contarle el plan maestro del cual era parte. El lo sabía, lo sabía como sabe uno a qué saben las tortillas. Era sólo cuestión de tiempo.

En los pueblos alejados de la ciudad, metidos en la boca de lo lejano, en las muelas del olvido, es de suponer que el principal motor para la imaginación de los niños es la televisión nacional y su peculiar franja infantil. Los robots, los gokús, los caballeros, los aviones y los autos fantásticos dibujan el contorno de las ideas para los chirices.

David siguió creciendo, entre machetes y olor a tortilla por la mañana, al medio día y en la noche, colándose en su cuarto a través de la cortina. Todo pasaba; se sembraba, maduraba, se cortaba y se vendía, o se comía en el almuerzo, lo que hiciera más falta. Pero entre todo, la idea de David se mantenía firme, no cambiaba, se volvió cada vez más fuerte, al extremo de tomar su futuro heróico como su razón para soportar abusos de parte del borracho de su papá, que llegaba bolo los viernes y les caía a pijazos a sus 8 hijos y a la tarada de su esposa, - es sólo una prueba que me hará más fuerte... - se mentalizaba - algún tipo de entrenamiento superior que me hará poder subir al siguiente nivel, elevar mi Ki, convertirme en Sayayin.

El machete ensangrentado, aún con restos de pelo y carne aferrados al filo, navegaba errante por el río mientras David luchaba todavía por regresar a este mundo. No todos los días se ve tanta sangre.

David salió un día del pueblo para no volver. En su mochila nada de recuerdos, nada de memorias. Comprendió, aún con sus mínimos 14 años, que haber matado al pisado de su viejo a machetazos, a pesar de ser "en defensa propia" o "inconscientemente", no era precisamente algo que iba a pasar y ya... no era algo que le abriría las manos del mundo. Se sentía decepcionado, sentía que no había superado la prueba, que ya nunca obtendría sus superpoderes.

En un pueblo olvidado, sin ley ni futuro, las piedras aún son la herramienta más infalible para aplicar castigos: el pueblo se reune, le hacen círculo al sindicado, se procede a la puesta en escena de la lapidación, se escarmienta al repisado, se acaba la maña y muerta la gallina. David tiene que escapar: más allá de querer, TIENE que escapar.

La visión de rayos láser, la supervelocidad, la capacidad de volar, los puños de acero... de todos, de todos se puede ir olvidando ya el tontito del David.

Llegando a la ciudad, David se topa con la portada del periódico popular, la noticia: mujer encontrada en el Parque Naciones Unidas, atada, violada, bien muerta y bien embarazada.

Ese día, perdido entre la mal llamada "civilización" citadina, apestoso a humo de camioneta, sin pisto, con hambre, con sangre aún salpicada en el pecho, sangre de esos trozos en los que había convertido a su papá, ahí en medio de ese bullicio de las 7 de la mañana de un lunes recurrente, que nunca termina, que nunca perdona; David recobró la esperanza: la noticia de la chava muerta le abrió los ojos, ésta era la ciudad que estaba llamado a proteger, este era el lugar donde se convertiría en ese superhéroe que se había borrado hacía sólo unas horas del espejo.

Después de 10 años, David hoy es un peón más de una conocida mara que opera en la Bethania... sus superpoderes le han servido únicamente para aguantar las pijaceadas de sus "compañeros", salir a salvo de un par de encuentros balaceados con los contrarios y para fugarse del bote. David ya no tiene corazón, David es víctima de la televisión y del machete. David está marcado para vivir etenernamente, David no podrá pagar jamás los agravios que ha cometido, el infierno nunca reclamará su alma ni la tierra sus huesos.

Impresiones:

qro dijo...
9 DE JULIO DE 2008 13:27
Cuesta mucho caer en cuenta que en un país latinoamericano come-tortillas no existe un mínimo sentido común que ayuda a los jóvenes en desarrollo a tomar conciencia de una ley básica universal que lo ayuda dicernir entre lo "bueno" y lo "malo"... Por otro lado me gustaban mas los Caballeros que Goku y su pelo canche...
Juan Jacob dijo...
9 DE JULIO DE 2008 13:41
Pobres pizados estos, que vienen de lo malo a lo peor, a comer mierda, a matar, a incrementar la inseguridad en nuestra mierda capital.. En fin.. Siguen cagandose en la "Olla"... Todo esto gracias a la falta de educación que se tiene en los más reconditos espacios de nuestra bella Guatemala... Gracias a esta tristeza mierda que se vive en cada persona que busca el alcohol para "librarse de sus penas", pero no se da cuenta que genera más penas en todos lados.... Fuck Maras! Fuck Bolos... y que pizados.. Fuck Guate!
PsicoLibelula dijo...
12 DE JULIO DE 2008 10:19
Que triste realidad verdad? esa realidad que aca tragicamente presentada, pero que se vive en la mayoria de las personas, si de pequeños todos deseamos ser algo: bomberos, veterinarios, policia, piloto, astonauta, cocinero, que se yo... Pero ¿Cuántas personas llevan a cabo sus sueños? Talvez no de superheroes pero igual no lo hacemos... ya sea porque ser policia o bombero esta en la m... o porque las expectativas mejoran, o peor aún empeoran. Las situaciones de un "país en vías de desarrollo" (para mi aún tercermundista) son crueles y limitadas, por sociedades esclavizantes, elitistas y macabras, donde hundir al otro es primero, y cuando esta hundido, hundirlo más... Pobre David, pobres todos los desgraciados que no logran hacer lo que quisieron ser de pequeños, porque esos deseos eran puros...

Stupid lover

OK, ¿por dónde iba?... ah, sí: la cosa es que lo llamé y el muy estúpido no me contestó. No sé qué le pasa, cómo es que él resulta enojado si él fue el que me engañó a mí con esa perra, no yo a él... es que odio a la puta esa... ¿ajam?... noooo, si el muy chulo dice que nada que ver... ay, mano, ¿sabés qué?, me pela... ni modo que yo voy a andar deprimida, toda echa huevo mientras el pedazo de mierda anda agarrándose con otra... - suena el timbre. Es él. Afuera está lloviendo por lo que Marco llega empapado, escurriendo agua hasta por los oídos. Las rosas se quebraron todas en el camino, víctimas del viento y la tempestad. Ya sólo llegan tunquitos sin pétalos.

¡¿Qué querés?! - pregunta Any.

Nada más quería verte... yo sé que la cagué pero creo que lo nuestro es más fuerte que una cagada mía... juntos lo podemos superar... yo te amo y sé que aunque tal vez ya no como antes, tú también me querés, ¿no? - Any se ve sometida por un momento por la retórica, la forma fluida, correcta e hipócrita de hablar de Marco, tan propia, tan suya, tan chapínamente arrepentida...

¡Andate a la mierda!, ¡morite si es posible!, ¡andate con esa puta!... (no te vayas a ir cabrón, si te vas la cagás... aguantame un rato y... ) - empiezan a caer las lágrimas.

¡No!, Any, nena linda, no me dejés... yo no puedo vivir sin ti (además la otra estúpida tiene traido y el tipo se enteró que hace un mes que le ando poniendo... jueputa... me quiere quebrar el culo) - Marco suelta las lágrimas, que se mezclan con las gotas viscosas que caen de su pelo, gotas con agua, gel para el pelo y sudor. Llanto de actor de novela televisiva: más fingido que otra cosa.

Any baja el tono... Any empieza a ceder... él lo sabe... Any le dice: - Cómo pudiste Marco, cómo cruzó cagarla así por tu cabeza... qué creíste: ¿que yo soy una tonta más de tus cuatas?, ¿que nunca me iba a dar cuenta?... qué pura mierda sos, después de todo lo que hice por vos...

Marco baja la cabeza, se hinca frente a Any, justo como todos esos feligreses se hincan frente al padrecito para recibir su escarmiento. Any llora como desconsolada, no a mares, pero dolida, sentida, como cuando a alguien le quitan el corazón y por más que quiera ya no puede reír.

Any se da la vuelta, corta la llamada, se corta la conversación que del otro lado de la línea escuchaba Martita. Camina unos cuantos pasos, se voltea y le dice a Marco: esperame aquí, te voy a enseñar cuánto te quise...

Marco piensa en tantos momentos sexuales y no-sexuales que vivieron, tanas experiencias carnales y no-carnales que atravezaron de la mano. Toda una historia para inspirar un libro melodramático. Marco piensa que Any subió las gradas para ir a su cuarto a traer todas las cosas que él le regaló... - Hoy si la cagué grueso... mierda... -

Otras veces que se habían peleado, se había repetido la escena, sólo que Any nunca lloraba. Era Marco el que tenía que rogar y hasta llorar, independientemente de si él había cometido el error o ella. Any subía refunfuñando y regresaba con una caja que dentro llevaba tarjetas, blusas, suéteres, peluches, perfumes, cartas y no sé qué más tonteras que guardan los novios... más específicamente las novias... y más específicamente, Any.

Esta vez se tardó... ya hacía tiempo que no se peleaban... Marco asumió que se estaba tomando el tiempo para hacerlo sufrir... - Qué cabrona - pensó.

Mientras Marco se perdía en los puntos del centro de un girasol que estaba sembrado en un jarrón algo raro en la entrada de la casa de Any, en el segundo nivel se oyó el ruido de una silla mientras era arrastrada por el piso... - ¿Any?, ¿qué hacés mi amor?... ¿nena...? -

El tirón de la cuerda le partió el cuello al momento de rebotar. Sus ojos se tornaron rojos como de demonio y se quedaron viendo fíjamente la cara de Marco, mientras el cuerpo se tambaleaba y la mueca de la cara amenazaba con volverse un fantasma en la mente de Marco. El ruido era de la silla que había ayudado a Any a subirse a la varanda en la que amarró el lazo, uniéndolo al nudo que había hecho en su cuello... fuerte, tenso, ciego.

¡Puta!, ¡puta!, ¡puta! - decía el pobre e infiel Marco, mientras los dedos de sus manos se deslizaban por su cabeza tensándose para halarse el pelo.

Impresiones:

Juan Jacob dijo...
25 DE JUNIO DE 2008 14:30
Vos 0te.. Hasta escalofrios sentí mano.. Que putas te pasa publicando mierdas así...
Te juro que me fui imaginando toda la escena y hasta me ahueven cuando empecé a leer lo de la silla.. Fuck!!! *miedo
PsicoLibelula dijo...
25 DE JUNIO DE 2008 18:48
A la Madre!!! Casi me mata de un susto!!! Que le pasa, esa su historia esta horrenda, esa cabrona le hubiese dado una lección, pero matarse? qué pasa con su mente retorcida? xq hace ver a la mujer como descerebrada y super dependiente del tipico macho cabron chapin??? No me gusta el final, yo hubiese puesto q lo mata jajajaja eso se merece por traidor y además hipocrita!!!
Pero en fin, esta buena la historia pero si escalofriante, pero pongale un final alternativo jajajajajajaja
qro dijo...
25 DE JUNIO DE 2008 22:09
Una mujer trastornada... Amor puro... del viceral, ese amor que come carne cruda en el desayuno y se mancha con la sangre que chorrea por los bordes de sus labios. Mi umilde opinion. Toda la vida: "El amor es un suicidio". Ahora desde otro punto de vista, muy entrenida la historia y muy buena la forma en que se desvía la antención para caer en la trajedia. (si se le puede llamar trajedia a la muerte de una estupida mujer engañada) Pero en fin... no hay mas que decir... mas que es un nuevo giro que tornaron las historias de la gramalechosa...
Miriam dijo...
25 DE JUNIO DE 2008 22:27
Uy!!!!!!!!!!!!!!! Que buenísima esta, de donde sacas esas ideas.
Espero que no creas que yo haría lo mismo, tu sabes que yo prefiero los puentes, jajajaja.
Es broma te felicito es una historia bien lograda, me asuste mucho.
Fars dijo...
25 DE JUNIO DE 2008 22:28
que buena mierda! de donde te copiaste este cuento? puta... y no mas por fregar estaba mirando mierdas en youtube de fantasmas y no se que putas mas antes de ponerme a leer esta shit...
pero, a la puta...con respecto al cuento...que 0te mas imbecil... y que mujer mas tonta que se va quitar la vida por un hombre infiel.... mujeres... no te digo pues esas nunca piensan cuando estan enojadas.
Jose Carlos Gonzalez Ordoñez dijo...
25 DE JUNIO DE 2008 22:32
Ugh? lo peor es que este tipo de cosas de verdad sucede, pero amor?? jaja mi huevo! eso es estupidez en su máxima expresión, el amor jamas te llevara a cometer semejante tonteria.
Y todavia es peor cuando se le da un tono "heroico" o se admira a la gente que hace estas estupideces.
mildred lucelli dijo...
7 DE JULIO DE 2008 11:31
jorge definitivamente sigo pensando que estas transtornado jaja!! pero por otro lado dejame felicitarte el cuento esta muy bueno y no esta tan fuera de la realidad de la vida tqm
MILDRED
pamchi dijo...
22 DE JULIO DE 2008 13:18
buena la historia... el final es lo mejor... no te esperas que termine en eso... pero matar a la pobre chava... mejor lo colgas al pizado...

Para iniciar el día

Pase usted adelante,
para adentro para el centro
intente respirar mientras se hunde:

sentirá poco sentirá algo
sentirá que se muere,
sentirá que se ahoga.

Ciudad de bestias gritonas: acá te voy.

Rabia en cada esquina: acá te voy.

Miados en los árboles: acá les voy.

Olor a humo de camioneta: acá te voy.

Esta es la ciudad,
"TÚ eres la ciudad".

Gracias por respirar nuestro humo,
gracias por consumir nuestra basura.

Confesión II

Siempre fui un suicida encubierto,
contemporáneo de los saltapuentes y los cortavenas,
perro lleno de rabia y deseos de guerra,
de olor a pólvora en los dientes:
corazón vacío
silencio pronunciado...

... "y yo solía ser tan bueno"...

... lo que hacen las mujeres: atrofiarlo a uno,
corromperlo a uno,
ponerlo a uno contra uno mismo.

Nadie escucha - no es que me queje -
es que simplemente
nadie escucha.

(Se abre el telón: desespero recurrente)

¿A dónde va Vicente?

Al final uno se queda solo
irremediablemente

uno se mete a su agujero,
se re-vuelve,
se pinta de hermitaño verde
y negro y blanco y azul.

Ahora, éste es el plan:

voy a sacarme los ojos,
así como se oye,
a meterme la mano
en la cuenca de los ojos
y extirparme la tripa seca
que tengo
como corazón, gris-oscuro,
mientras me clavo una daga en la espalda
recorriendo su camino con el ritmo
de medio ciento de pastillas en mi panza.

Ácido de batería en la sangre,
desenfreno, vísceras, carne descompuesta:
cero expresiones;

mucha imaginación: lección aprendida.

El atrevimiento - el arrojo,
eso es lo que nos falta a todos,
para meternos un tiro y mandarlo todo al carajo.

Siempre fui un suicida encubierto.

Confesión I

Quién soy
dentro de todo,
en la nada que me compone
en el frío que me define.

En toda ocasión: miedo,
en todo momento: dolor.

Vengo entre suplicios,
entre sistemas y corrupciones,
entre problemas financieros
y la oportunidad que nunca tuve.

Tantos suspiros,
tantos lamentos,
tanta ilusión desperdiciada.

Estoy triste,
me siento solo,
me siento desterrado,
me siento apartado...

estoy al descubierto.

Miedo renovado

Y yo que le decía "Madurá..."
y yo que le decía "Soltate..."
y yo que le decía "Dejala ir...".

Yo - ese - éste.

Lo acepto:
hoy tengo miedo de la evolución,
del cambio inesperado, del desorden,
de un holocausto progresivo,
del cáncer, del sustento, de la repetición.

"¿Y tu hermana?" - pregunto
"Se fue a Cancún..." - responde

Las decepciones se acumulan,
se pelean con la reciprocidad de las palabras,
con la reciprocidad del tiempo.

Yo propongo, nunca dispongo.

Hoy tengo miedo de los virus,
de las defensas caníbales,
de los riñones inflamados
de la próstata y sus persecuciones,
de la tos, de las hemorragias, de los desvelos,
de los proyectos programáticos y programables.

De las calificaciones acertadas: tengo miedo.

Tengo miedo de ustedes,
volcanes en erupción,
movimientos telúricos,
tazas de café,
letras sensatas...

... Dios.

Loop

Yo era inocente antes de conocerte,
era puro, sombra o fantasma,
lo más simple, básico,
lo que me funcione mejor de excusa.

Yo era esquina de los sueños,
tranquilidad: sonrisas.

Fui de viaje, al olvido, un par de años.

Volví en llamas.
Volví artefacto regenerativo.

Fui de visita, a la muerte, al suspiro.

Volví en llanto, volví en trámites funerarios.

Todo se acumuló bajo la almohada
gritándome entre sueños:
"nada cambiará el mundo, nada cambiará el mundo",
ni siquiera mi iniciativa, ni siquiera mi autoflagelamiento.

Voy caminando, voy despacio, voy saliendo.

La historia se repite,
o se repetirá
antes de tiempo.

Lo imposible

Si pudiera gustarme, algo más
algo más que tus rasgos
y tu pelo
y la idea circulándome,
encontrándose con mi reflejo.

Entre tus manos, entre tu risa,
entre tus talles mínimos
entre tus aires máximos
y tu belleza recabrona,
allí me alojaría,
me escondería un par de tiempos.

Oíme, mirame. Tragame.

Acariciame con tus dedos de algodón,
morena feliz, graciosa,
risueña: hermosa.

Sentime, acercate: abrazame a mí.

Veo a través del viento tus colochos,
tus lisos, tus enredaderas.

Si pudiera, patoja, ser algo más que una sombra,
si pudiera acaso ser nube o neblina,
y meterme en tus pulmones y recorrerte por dentro.

Si pudiera no haberte conocido,
no haberte visto mientras crecías
y desarrollabas toda esta mezcla de sabores,
de olores, de imágenes preciosas...

... mientras comprabas esos tus encantos,
que usás para desarmarme,
para hacerme tropezar con lo imposible.

Si pudiera niña, si pudiera,
no te dejaría vivir para contarla.

Conjunto de algo

Carlitos ve la luz tintineante de la candela, bailando al son de la música que entona el viento, delirante, como una cosita sin forma y borracha, como un espejismo de la noche de anoche, la noche en que todo pasó. Es aún de día, pero las velas se han venido encendiendo, más para dar calor que para alumbrar algo.

Son las 3 de la tarde y como casi todos los días, llega la desesperanza contoneándose con el rumor de la lluvia de afuera del edificio, lluvia perenne, producto de algún mal climático que va dejando sus efectos sobre el planeta, “… pero esa es una tragedia que no podemos evitar, porque no importa cuánto trate, y he tratado, pero las cosas cambian muy poco o rotundamente, pero para mal… lo mejor es ahogar las penas en guaro, bailar pegado con una de esos culitos que llevan aquellos y trasnochar con ellas lo suficiente para no darme cuenta cuando todo esto se vaya mucho a la mierda. Aquí nadie se va a salvar y no hay nadie que pueda ni quiera salvarnos…”. Manuel ve su reloj: no hay salida.

Son las tres y cinco, María carga la canasta llena de trastes sucios producto del almuerzo de los 30 ejecutivos acomodados y prácticamente inútiles hasta para levantar su basura post-tiempo-de-comida. Abre la llave y en el instante siente que mil agujas se incrustan en sus manos: el agua está helada.

Son las tres y diez, el tiempo avanza despacio, Carlitos sigue viendo la vela… la llama danzante, la llama errante, quemándose viva. Tres y cuarto.

Manuel ansía las cinco, las cinco en punto, la hora en que se derrumban las paredes ante la estampida de la gente que sale da las oficinas, sus cuates principalmente. Cinco en punto: marcaje de salida y luego, mesa servida, cubetazo consumido, panzas llenas, hinchadas, meadera loca.

María echa el agua en la percoladora, las 10 cucharadas de café, enciende la máquina y casi al instante empieza el sonido del vapor rabioso. Sirve las 5 tazas de café para los gerentes, saca 10 galletitas de la caja en la alacena. Cierra los ojos. Suspira, se agacha para recoger la bandeja. Coloca las 5 tazas y sus dos galletitas por taza sobre “porcelanas” baratas, todas las tacitas toman su lugar en la bandeja. Sale de la cocina. Regresa: olvidó el tarrito de azúcar.

María es la mamá de Carlitos. Carlitos tiene 16 años y mientras su mamá trabaja, él regresa del colegio a su humilde y pobretona casa o “imagen decadente de fierros, pedazos de madera y lámina”, lo que sea más fácil de imaginar. Regresa y se sienta a hacer sus tareas y a esperar. Carlitos tiene miedo siempre, no tiene amigos visibles, trata de ser correcto. Anoche no le funcionó. Carlitos dejó embarazada a la Martita, su novia del colegio que creyó que la imagen sumisa de Carlitos, su imagen de rechazado social, su planta de perfecto idiota era linda.

Carlitos aún no trabaja, aún no tiene nombre, es como si Carlitos fuera un calificativo más bien, para recordarle que aún es un niño. Carlitos es otro de esos idiotas que abundan por estos rumbos, producto de papás que reviven su historia de pubertos embarazados, de adolescentes casados y divorciados al poco tiempo; otro de esos a los que no les contaron, que no sabe, que no entiende sobre las implicaciones del sexo, lo único que sabe es que se dio una revolcada de pronóstico en el monte ayer en la noche, que hizo gemir y llorar a la Martita que dentro de un mes estará dándole la noticia, que dentro de mes y una semana estará en alguna clínica de algún autodenominado doctor, señor maniático y obsesivo sexual, que le arrancará un trozo de alma del vientre para tirarlo a la basura. Martita no tiene trabajo ni dinero tampoco, su tío, el Machete, marero de profesión, sí. Y mientras todo se desarrolla en el vientre de Martita, el embarazo y la posterior infección, María, la mamá de Carlitos, se revolcará unas cinco veces por semana con el tal Manuel, a escondidas, en el baño, después de las cinco.

Pero, en lo que las náuseas, la falta de menstruación evidente y los antojos llegan, Martita caminará como siempre hasta su casa, bajando la lomita detrás de su escuela, donde verá como siempre en una esquina a su tío el Machete, recibiendo un par de pagos de algún extorsionador comemierda que asesinó a un camionetero en la zona 6, mientras todos ansiábamos salir corriendo de la oficina, antes que la lluvia inundara la ciudad por completo. La llamita seguirá bailando su danza satánica, acompañando a Carlitos, que todavía se encerrará tras láminas y paredes hechas de anuncios de cantinas, a hacer su tarea, a seguir siendo correcto y su mamá, María, llevará la respectiva tacita de café a Manuel que le observará el trasero mientras habla con alguien sobre a dónde irán a emborracharse esta noche.

Estos días

Me gustan estos días
entre tu pelo, entre tus dedos
entre tus uñas.

Días de frío vegetal,
de rocío intermitente,
de brisa lejana, de sonidos borrosos,

de golpes mortales.

Al doctor...

Gracias Doctor, la verdad siempre fue algo difícil para mí si quiera imaginarme frente a alguien contándole mi vida... siempre me he considerado una persona, cómo decirle, pues, socialmente "recatada". Siento que todo ha bajado de volumen últimamente, como si las cosas que solían tener importancia han bajado de nivel, como si se hubieran reordenado mis prioridades. No sé. Creo por momentos que estoy deprimido, pero por momentos siento también que simplemente soy un haraganote, despreocupado y mediocre que no está interesado en hacer algo de su vida. Y es que al final, ¿para qué hacer algo?...

Tengo ganas por ratitos de irme a meter al closet cerrar la puerta y dejar simplemente de preocuparme. Es que siento que es así de simple: soy una isla, una isla que se toma 20 tazas de café al día y que no respeta su cuerpo, que trasnocha, pero hasta para trasnochar es estúpido y mediocre porque nunca es parrandeando, simplemente ha sido preocupándome. Preocupándome de que la gente no crea que yo quiero ser alguien... óigame bien, que NO crean que quiero ser alguien y generalmente le doy más prioridad a la gente que no me toma en serio que a la gente que cree en mí. Le soy sincero, nunca pretendí eso. Me refiero a eso de que la gente crea en mí, aunque lo consideré por algunos años importante. Creo que tantos años recibiendo buenos comentarios sobre lo que la gente veía en mí, me creó mala fama... no me malinterprete, nunca he querido ser malo, es sólo que nunca me ha importado menos que ahora. Lo más difícil es el tener que cargar con las palabras de la gente cuestionándome, leyéndome buscándome faltas, empecinada en descubrir mis fallos, cuando nunca pretendí ser perfecto... aunque un par de veces me cruzó por la cabeza tragarme esa idea.

Entiendo si se quiere reír, pero es simplemente que ya no me importa. Ya no me importa sonar ni que me vean: ya no me importa. El problema es que la gente así lo ve, como si me importara, como si esas fueran mis intenciones. Finalmente terminan con la idea de mí como un gran mediocre, farsante, mentiroso e impuntual. Un gran jinete de las palabras y un mal amigo.

¿Tiene algo de malo esto... que la gente no me importe?. Por mucho tiempo quise una sonrisa, una mirada, un gesto amable que me permitiera entrarme de lleno ya, de una vez por todas. Creo que uno de mis más grandes descubrimientos fue realizar el hecho de que la gente siempre tiene algo que decir acerca de mí, como si realmente me conociera, como si tuviera algún tipo de dominio total sobre una clase que lleva mi nombre, que me estudia a mí, que me mide a mí, que habla sobre mí. Como si yo fuera especial, que de hecho debo decir que sí lo soy. No me considero parte de algo y quizás ese es uno de los problemas. Me dicen que qué mal que no me preocupe la situación y qué mal que la gente me quiera y que no tenga el amor a su medida para devolverles el favor de que me quieran. Me dicen que está mal que crea en algo y que no crea en ellos cuando ellos creen en mí, me dicen que está mal respetarme como soy, pienso y siento. Me dicen que le pegue un tiro a mi consciencia, que me relaje y que me vaya pacíficamente con la corriente. ¡Qué calamidad!

Yo honestamente, no me considero el peor de los malos, aunque por momentos me creyera el papel. Llámadas perdidas, correos sin contestar, promesas vacías, tratos incompletos, intenciones ocultas y apretones de manos, todo al servicio de mi crítica. La gente no quiere mis razones: a la gente sólo le importa tener un motivo para ser feliz, para vivir, para entender que su mera existencia es un milagro.

Permítame un segundo... voy por un vasito de agua pura... esta transferencia de ideas me sobrecargó la memoria.

Minotauro

Ayer por la tarde sucedió lo que tanto había temido: se materializó el pequeño demonio que llevaba escondido en la guantera del carro. De imagen mental a toro, un toro corpulento, inmenso, peludo, apenas con forma, como una bola gigante de garabatos de niños de kinder, negro como la noche, como el carbón, como el miedo, como el color de lo inexistente.

Ayer pasó lo irremediable: se me apareció el toro mientras dormía, soñando con algún momento lujurioso o alguna estampida de hormonas en ebullición, a punto de convertirse en aire y esparcirse por el sexo de alguna fémina que no conozco.

El toro entró en mi cuarto mientras soñaba que tenía un sueño y que soñaba con los sueños de todo el mundo. El inmenso toro, el bucéfalo, arrastraba los testículos color malva emitiendo un sonido indescriptible. Eso fue lo que en principio me alertó: el sonar de sus testículos arrastrándose como ánimas por el suelo, como pequeños borrachines que van caminando lentamente, luego de la jerga y el exceso.

Escalofríos en la espalda, sudor en la frente, temblor en las manos, perplejidad en la mirada: yo con miedo.

El toro se sienta a mi lado, sobre sus huevos, se acerca a mi oído, escucho su chillido al respirar, su ronquido al respirar, el sonido de su saliva efervescente, de su baba crepitante, del infierno que lleva dentro. El torobuey (por su gran tamaño lo creo buey) habla, me cuenta una historia de amor, lentamente, detalle a detalle, mientras consumo las ganas sexuales inmerso en las carnes de la fémina ardiente.

El orgasmo se aproxima, entra al cuarto también, corriendo, con una prisa endiablada. La féminasinrostro se mueve de un lado a otro en una danza pagana, con locura desmedida, extraviada entre mis carnes. El orgasmo se me queda viendo, sonríe, salta y cae sobre mí. El torobuey se me cuela por el oído, se instala en mi cuerpo, cierro los ojos: todo ha pasado. He terminado el acto.

Desde hoy soy un Minotauro, un Minotauro llorón, un nostálgico empedernido, no el mítico ser cubista de Picasso, más bien un esférico y simple Minotauro que extraña, un Minotauro visiblemente humano, invisiblemente toro.