En los poetas

Yo confío, en la voz de los poetas,
en la voz de los antipoetas, de los prepoetas y los postpoetas;
confío en la voz de los repoetas, de los micropoetas,
los impoetas y los propoetas.

Yo confío en los intropoetas y en los interpoetas
en los despoetas
en los bipoetas
en los homopoetas
y en los heteropoetas.

Yo confío en los entrepoetas
y en los malpoetas,
en los subpoetas y los superpoetas,
en los hiperpoetas;
yo confío en los recontrapoetas,
en los maxipoetas, en los minipoetas
y los omnipoetas.

Confío, lo acepto, en los infrapoetas
en los retropoetas y en los transpoetas
en los anapoetas y en los hipopoetas,
en los exopoetas y en los hemipoetas,
en todos los poetas,
en los que son y en los que se creen
poetas, de vestimenta y moda,
poetas, de convicciones, suicidas,
en los poetas institucionales
en los poetas olvidados,
y hasta en los pseudopoetas creo
y hasta a ellos los admiro.

Confío además en los poetas multitudinarios,
en los poetas sensibles y en los rabiosos,
en los intransigentes y en los locos;
mis bellos poetas, tan proxenetas de las palabras,
tan prostitutos de los páginas y la edición salvaje.

En los poetas creo, por ellos vivo,
en ellos me regocijo día y noche,
ellos me muestran el camino.

Dios bendiga a los poetas,
a mis poetas, choferes ciegos de esta mi nave
de ésta mi vida sin rumbo ni sentido.

¿Y a qué hora comemos?