Lo peor que he escrito

Somos irremediablemente solitarios. Somos irremediablemente ajenos al rodar irreparable del segundo que pasó. Somos victimarios del tiempo, asesinos de tiempo, inconsistencia interminable. Somos nostalgia acumulada, deseos atrofiados, entes disfuncionales que viven en la oscuridad de la noche.

Sin excusas ni razones, sin pretextos para llenar el reloj, ni fotografías para ilustrar lo que se siente sentir tan poco cuando se recupera en los sentidos un viejo recuerdo: el aroma de un perfume de una mujer vagando por el espacio abierto y encerrado de un salón de baile, serpenteando entre la gente, buscando un destino que lo atrape y lo atesore para la eternidad.

Escrito está. La herida marcada... los rastros por toda la habitación... los despojos por todo el camino... la puerta abierta, las ventanas de par en par...

esto es lo peor que he escrito en días.

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