Ayer

No lo viste, pero así fue, como dice la canción: así fue. Te ocupaste de la gloria barata, de la victoria contra aquel gigante en tu cabeza, contra el fantasma de los dimes y diretes de la gente propagandística, maximizadora, amarillista y desocupada. Te sentaste a satisfacer tus necesidades de soledad. Te encerraste en tu cuarto a emborracharte por 3 meses. No lo viste, pero así fue.

No te viste, pobre diablo, luchando contra las mentiras que tanto creíste, rompiendo espejos, quebrando lágrima contra lágrima, cavando el hoyo de tu propia tumba, palada tras palada, una necesidad incesante de enterrarte vivo. Oir y sentir sin pensar. Creer. Lamentar. Lamer las botas de la resignación, inventarte el agua azucarada y de paso, un par de catástrofes catastróficas, destruir un par de mundos. Invadir. Conquistar.

Vos sos la mierda de mis deseos, yo soy tu consciencia defraudada. Yo soy la vergüenza y el desencanto, el cargo de consciencia, el remordimiento, la ira, las ganas. Los dientes rotos contra el suelo, eso de irse de fiesta no es lo mismo que irse de boca. Es de entender y descifrar, no de salir corriendo, no de tirar el primer golpe cuando el puño de otro te golpea la cara. El primer golpe es el que cuenta porque después de eso estás desarmado.

No lo viste, pero así te lo creíste. Nunca entendiste. Sacaste tus conclusiones, bolsa de basura, fiesta anunciada, calaveras y diablitos: sueños rotos.

Nunca, de los nuncas, juzgués lo que no está en tus manos, lo que es de alguien más. Rompete las tripas, arrancate las alas, comete las uñas.

Juntémonos: ahora sos vos el imbécil.
Juntémonos: ahora sos vos todo lo contrario.
Juntémonos: ahora hacete una chibola, amarrate la trompa, comete las uñas, comete las uñas, comete las uñas. Aguantá el cuentazo. Meté la cola entre las patas, agachá la carota de payaso, encojé las orejas, meté la cabeza en el freezer.

Tan bien que estábamos ayer, ¿va?