Sólo el momento, sólo la emoción, sólo el encanto.
Prometo dejarte aquí donde te encontré, sin decirte algo, sin pensarte algo, sin pedirte algo.
Prometo no contarle a nadie lo vivido,
pero llevarte siempre entre mis ganas y entre mis suspiros.
Prometo no robarte el corazón ni entregarte el mío,
ni juntar más que la locura de querer mezclar algo entre las penas que deja la resignación.
Prometo decirte adiós y no volver nunca,
no mirar hacia atrás,
no regresar para buscar tus manos ni algo tuyo que no me podás dar.
Prometo no volver a soñar contigo,
llevando conmigo la emoción de haber vivido cualquier ilusión que ya nunca será.
Prometo ser frío y tajante y consistente
y no hacer más comentarios sobre tu única decisión.
Prometo no volver a mirarte, ni hablarte, ni desearte, ni nada.
Prometo borrar cualquier cosa que nos recuerde a nosotros, como fantasmas de un momento incompleto
como almas en pena por las cosas que pasan pero no pasan de donde pasaron.
Prometo cortarme las venas y las alas y las intenciones.
Prometo coserme los labios y los ojos y las manos.
Prometo dejarte dejarme. Prometo soltarme y soltarte.
Prometo que no te vuelvo a prometer algo.
Prometo, aunque sea demasiado tarde y loco y necio,
que jamás de los jamases te voy a dejar de amar.
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