Va

Aquí me purgo algún fantasma. Dejame hablar, dejame decir lo que siento que si me pongo a pensar, las cosas funcionan menos... o al menos eso quiero creer, porque hoy soy la suma de todos mis miedos. Hoy: el cataclismo del corazón, el derrumbe, el desastre, la indecisión, la ceguera, los celos, la incapacidad de entender, razonar, concentrarme. La esperanza que amarra a un cometa que se apaga en el infinito. Yo soy el golpe y el dolor, la bandera del pecado, el paso que se da sobre el vacío, la noche, las ganas, el insomnio y la desesperación. Soy la ansiedad, las pedradas sobre la lámina, los botes rodando en la calle a las 3 de la mañana. Soy la ida y el regreso, dos en uno, el camino sin rumbo, sin luces, sin direcciones, sin algo, con nada, con poco menos que eso y aquello que tanto dije antes. Soy este párrafo resumido, en este momento, en este preciso instante, algo menos que despecho. Soy la ansiedad por esa llamada que no llega, por la despedida que no se da pero se teme, la necesidad de hacer algo sin poder hacerlo. Acelerar, estrellarse contra uno mismo. La incomodidad, el estar viendo tras la ventana, tratando de ver si aún hay algún rastro de lo que fui o algún mensaje que levante alguna sospecha. Yo soy el perfecto inmaduro, corazón fracturado, intención enredada, el agente encubierto de la nada. El enojo, la rabia, la ira, el miedo. El portador de este virus desgraciado que sólo Arjona y Shakira han podido tratar a base de letras melancólicas, soledad involuntaria y futuros inciertos. La antología, los minutos, las moscas en la casa, dos cartas y el problema. El saldo de todas las cuentas incobrables y sin reserva. Las acciones y sus consecuencias, el desfase, las manos vacías, la turbulencia en las ideas. Los gritos ahogados, el martirio, el dolor prolongado y oculto. La necesidad hipócrita de seguir sonriendo, la necesidad desmedida de salir corriendo. Despertar de nuevo y verlo todo tan oscuro, como anoche, y revolcarme sobre las colchas que pretenden, patéticamente, ocultar lo que cada vez me hace más falta. No frena el amor, no deja de fluir, no se suelta ni se aclara. No se quiere el amor, ya no se busca ni se entiende. Es sólo algo que anda por ahí como un zombie gris que apenas se recuerda de su nombre. Ya no miro más afuera, sólo adentro y aquí adentro, el espacio es tan pequeño. Tú no lo vas a entender... dudo si quiera que te animés a leerlo.

Toda la bulla, toda la gente, todo el estrés y la emoción y el encanto y la ilusión y las palabras. Todo ese momento, mirá, todo eso que viví y te perdiste, mirá, todo eso. Y yo tan estúpido, yo tan ridículo, deseando que entre todo te aparecieras un momento para rescatarme de todo lo que fue tuyo alguna vez y ahora está tan manoseado, no sé, tan deforme...

Dudo si quiera que lo intentés.

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