Colapso nervioso

Es pura ansiedad, pura incertidumbre, puro m i e d o,

puros celos tercos y culpables,

corazón al descubierto, vulnerable, incontenible

como me s i e n t o.

La refacción del despecho,

el silencio: c a l l a r y evitar el conflicto,

callar y evitar ser descubierto,

verse víctima de otro tropiezo.

Un día, es sólo un día.

Y ni eso: una n o c h e, un desvelo.

Es regresar sobre los pasos y desear

caminar por otros caminos,

es sumirse en el pasado y realizar las opciones,

es encontrar tantos c u l p a b l e s, y sobre todo,

aceptarse uno mismo culpable.

Es c a m i n a r al otro lado del mundo, de espaldas,

y preferir hacer las cosas de otra forma.

Es arrancarse el c o r a z ó n para sentir lo menos posible,

que de lejos es un rasguño,

de cerca, el c u l o del mundo.

Reconsiderar. Es que tengo mucho tiempo para pensar,

mucho tiempo a solas, mucho tiempo aquí dentro,

mucho tiempo de d e s e a r estar en otro lado

con alguien

o con cualquiera

para simplemente

no estar solo

y seguir maquinando

mi propia d e s t r u c c i ó n.

Sobreponerse se hace difícil,

cuando uno teme no sólo sus propias capacidades,

sino también t o d o aquello que uno ha visto

con los dientes pelados y los s e s o s revueltos.

No tengo corazón para ver y entender lo que s u c e d e,

no tengo corazón para aceptar que ya no sólo vivís dentro de mí

que ya no existís sólo en mi c a b e z a,

que en algún momento dejé abierta la puerta y te escapaste,

que en algún momento decidiste convertirte

en una extensión de esta mi o s c u r i d a d.

Para mientras voy a toser hasta vomitar los pulmones, ¿te parece?.

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