Qué feo...

Qué feo cuando nadie te visita, te quedás vestido y alborotado, en blanco. El silencio se te mete por los poros, te consume, te posee, te abre a un mundo imposible. Vos, el silencio materializado, silencio de silencio, engendrado del silencio, procurador de los derechos inexistentes, emisario de la desgracia, presidente de la nada, gobernador del chillido de los dientes cuando se quiebran al contacto con los puños o con las balas, frío como todas tus penas, frío como tu corazón expirado. Soluciones inmediatas: quemarlos a todos o dejarlos que se maten, aunque maten a un par que “nada que ver” en el intento. Me abstengo de comentar, estoy caminando ciego, y como decía, solo, con el aroma de puta que emana de esta mi libertad tan solitaria. Oigo voces que se lamentan, que se corroen, que crujen oxidadas bajo el sol que ilumina este mundo en decadencia. No somos algo, somos nada, somos despertares inciertos, incertidumbre en movimiento, estadísticas vivientes, superlativos, sobrevalorados y al mismo tiempo desechables. Mentes que vagan y divagan y maquinan su propia muerte, que se exculpan y se arrepienten de arrepentirse, corazones obsoletos, ilusiones fragmentadas. Overflow de sentimientos, overflow de miedo… pasamos las noches en la cama con la muerte, cogiendo día y noche hasta que la puta decida por fin volarnos los sesos. Así se nos va todo a la mierda, hasta que nos dure la indulgencia y necesitemos confesarnos ante el dios crucificado, ese que tanto adoran y que sigue crucificado después de tanto tiempo, ese que seguirá crucificado, muerto, moreno, tostándose bajo la luz de sus millones de ostias, ese su dios de madera, sin vida, tan poco divino, tan poco dios. Yo no me creo más que alguien, pero si mejor que muchos, sobre todo de los que viven para dar lástima, de esos que corren a refugiarse en las enaguas de sus amigos fantasmas y circunstanciales, en busca de una sobadita en la cabeza. Esos pendejos que exageran todo, que vuelven todo un melodrama para encontrarle sentido a sus desvidas y a sus pocas ganas de vivirlas porque no tienen los huevos que se necesitan para hacerles huevos. Igual me pela, es sólo que me enojan, cabrones, así como me enojo con vos cuando se te mete la necedad, cuando te querés meter con todos para hacer lo que todos hacen, cuando te querés ir a emborrachar con todos como todos se emborrachan, cuando querés que te digan puta como le dicen a todos y a las mamás de todos, cuando querés bailarle a algún infame que te observará el culo toda la noche, desde lejos, entre los demás imbéciles calientes que buscan algo donde clavar sus penes. Ahí estará el pendejo ese viéndote y comentándole al pendejo no. 2 (su cuate) qué buen culo tenés, que ya te lo había visto antes pero que hoy se te mira nítido, que quiere bailar contigo, que quiere ver qué le sale, que le pela que tengás novio, que va a esperar a que te pongás a verga, que te va a bailar shuco, que te va a besar el cuello, que te va a tocar las nalgas, que te va a llevar a su carro, que te va a hacer trocitos, que vas a gritar de placer, que le va a contar a todos, que no sos tan santa como fingís, que sólo sos así cuando está tu traido enfrente, que por dentro sos igual que todas porque si no, qué hacés ahí en esa fiesta, como las otras putas que él conoce, tomando, poniéndote bien a verga, como todos, como él, como el pendejo no. 2, como el pendejo no. 3 y el no. 4 y el no. N. Entonces al día siguiente vas a tener goma como todos, te vas a recordar de todo, vas a llorar, te vas a arrepentir, vas a ir a misa a hincarte frente a tu dios de madera, a confesarte con el padre (tan lindo el padrecito, ya está viejito), vas a pasar por tu orden de ostia con Grapette agrandada, te vas a guardar las lágrimas en la cartera y vas a ir a ver a ese pendejo quete quiere, que te limita, que te adora, que te chinga la vida con sus comentarios alarmistas y paranóicos, que te lo advirtió, que te cuidaba, que te impedía ser libre, que te celaba, que sólo muladas habla, que te cree… tan imbécil, que te cree. Y lo más probable es que él va a seguir queriéndote, hasta que lo mate un motorista enmascarado, forajido urbano, con su pistola improvisada. Entonces te vas a ver sola y vas a correr a refugiarte a las enaguas de tus amigos fantasmas y tus papás fantasmas y tus padrinos fantasmas y tus tíos fantasmas. Es que esta es la gente que odio, la que habla de más, la que invade, la que intransigentemente habla por vos creyendo que se sabe cada frase que debería salir de tu boca, la que busca su diploma, su trofeo o su medalla. Esa gente comemierda, esa gente sin sentido. Como yo. Yo no tengo sentido, yo sólo soy esa vos en tu cabeza, ese chasquido de dedos que te hipnotiza y se apodera de tu sistema para por medio de tus dedos, teclear un texto de vez en cuando, como este montón de tonteras, vomitada de palabras a granel, estos textos super elaborados y predecibles porque así soy yo. Nuevamente aclaro, vos no sos el que piensa esto, soy yo, el que se activa con café, el que reacciona con tus cigarros multitudinarios y tus sentimientos oscuros. Aquí es donde nace tu ira, aquí es donde se multiplican tus ganas, aquí donde se corta la sangre, donde explotan los puntos, donde se deshielan los polos, donde se rompen las pitas y convulcionan tus buenas intenciones. ¡Al carajo tus buenas intenciones! Vos no estás para andar llevando putas, huecos, bolos, drogos, necesitados sociales, ninfómanos, “criticones de oficio”, culos, cerdos, resentidos (como yo)… en fin, toda esa calaña que se harta de tus pies y de tus dedos y de tus uñas. Vos estás para más. Aguantá el silencio pero no te dejés llevar, es sólo cuestión de minutos para que empiecen a rodar cabezas y vos lo sabés. Todo esto es un conjunto de estupideces, una tras otra, tras otra, tras otra, piñatas de dignidad; se rentan caracoles, se despachan mujeres necesitadas de vida, se entierran fotos, se suspenden clases. Todo el mundo vive su apocalipsis anunciado, profetizado por algún imbécil que se creía Dios. Facultades mentales a cero. Esto no es nuestro problema. Prendé la tele, date gusto, mastúrbate y después pegate un tiro entre ceja y ceja, procurá ponerte en una posición que permita que tus sesos se rieguen por toda la pared: tu última obra de arte. Una verdadera obra de arte, eso es lo único que importa en ésta vida: hacer una obra de arte, una como mínimo.

Leé lo que te dejé escrito, está horrible. Qué feo.

 

1 comentarios:

Ivan Alejandro Samayoa Solis dijo...

.. yo creo que lo importante es ser uno mismo.. saludos