De repente...

De repente, la vida fluye dentro de mí, así sin un por qué y sin razón aparente. Todos los sentimientos y todas las ideas son posibles, y lo bueno baila con lo malo una danza reguetonera de lo más cholero.

De repente, dejo a un lado complejos y soy tan feliz como triste, y estoy tan callado mientras grito. De repente, toda la música se apodera de mis conexiones y todos los versos se estrellan contra mí en un frenesí ridículo y sin sentido. Por fin dejo de luchar, por fin dejo de sentir que estoy peleando y me controlo un poco la rabia. Pero no la controlo, la dejo fluir, la dejo seguir su rumbo; no me limito y ella no me limita. Nos damos un beso en la calle, en la noche, frente a nadie.

Así, de repente, se acaban las ilusiones y la realidad inicia su curso. El tren de lo inevitable llega a esta parada y me exige el abordaje. Me siento al lado de lo desconocido, le sonrío a lo inaceptable y un letrero multicolor me da la bienvenida a un lugar conocido: BIENVENIDO AL CLUB DE LOS IMPOSIBLES.

No hay soledad, no hay compañía. 

De repente, creo ver estrellas y nuevas luces. Nunca me había sentido tan indeciso, tan en crisis, tan confundido... y aquí estoy, así: de repente, sin previo aviso, sin notificaciones por correo o anuncios de televisión en campo pagado, comiendo lo que está sobre la mesa, jugando las cartas que me reparte alguna mano invisible de algún monstruo inconcluso. Exceso de libertad.

La espera, la calma, el letargo inexorable, la resequedad de labios, la sed inagotable, los puños bien abiertos, los ojos bien cerrados y los demás sentidos a la espera. De repente me veo yo como soy, me veo finalmente a mí mismo, me doy un beso en la frente y una patada en el culo. "Ya va siendo tiempo" me digo "de que dejés de oir tanto bolero y empecés a mover los pies al ritmo de la vida".

Tengo un presentimiento, tengo un algo que no sé qué es, pero finalmente acepto que estoy donde debería estar, no para tomar alguna decisión que salve algo, sino para entender las decisiones ya tomadas y salvarme de una vez por toda.

Yo no soy perfecto: ya no necesito encontrar más excusas ni seguir tocando la puerta del pasado. ¿Bueno o malo?, para qué ponerle adjetivos a lo incierto. La vida me dice nuevamente "las cosas no se entienden viendo hacia adelante; se entienden viendo hacia atrás mientras seguís caminando".

El tiempo consuela, pero no repara; el tiempo es tiempo y nada más. No es de perder la esperanza, pero hay que tener cuidado con lo que uno desea, porque hasta los secretos más ocultos reciben su rayito de luz con el paso del tiempo.

¿A dónde voy?, no lo sé. Y con cada segundo que pasa es menos importante. Hoy como nunca, tengo la certeza de que aunque no sé qué quiero, al menos puedo saber qué es lo que no quiero. Y no sé qué voy a recibir, pero estoy consciente, digamos, de lo que tengo para dar.

Nos vemos en la siguiente estación. Traé algo de tomar, que probablemente va a hacer falta...

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