Ella es memoria

Hay cosas en mi cabeza, una pala, una hoja de papel... cosas... no me dejan tranquilo, un lazo, un lazo multicolor, una idea, la borro, renace, se esparce, una nota, una tira de papel rosado, una fresa, una fresa gigante. Una idea, la mato, la rompo, la quiebro, sea como sea, siempre regresa. Una maldita, berrinchosa y sometida idea, aunque es más bien una duda, una descalma, ansiedad en una dosis concentrada, acidez mental, un malestar impulsivo de malabares y fuegos artificiales inesperados. Irremediablemente atrofiado, descompuesto del alma, con llagas en erupción, con la cabeza realmente echada a perder y echada a la suerte y echada a la perdición.

Una canción de memorias todos los días de mi desvida, de mi desencanto, de mi decepción, de mi desacato. Como si necesitara una dosis de realidad y un poco de soledad en cápsulas para dormir. Esto se está saliendo de control... 4 años ya estúpidamente soñando con respuestas y nada más; 4 años y fracción acumulando preguntas, en vano, en definitiva sin sentido.

4 años de vagar por mi cabeza, por mis deseos irreverentes, mis pestañas vacías, mis reflejos suicidas, durmiendo esta bestia incontenible, durmiendo con mis monstruos siestas dominicales improvisadas, para entretener un poco mis fantasmas, mis miedos, mis penas y, nuevamente, mis dudas.

Me provoca escribir toda esta bola de mierdas que acarreo dentro, de un lado a otro... debería soltarla... debí dejarla donde estaba, aquel día, no recuerdo qué día exacto, pero ese mismo día, el día en que perdí una bufanda, el vendaje de mi corazón, cambiándolo por una promesa incumplida, una despedida desprevenida, anunciada si, pero aún hoy, sin respuesta.

¿De qué se componen los recuerdos?, hablo de recuerdos no de memoria, porque la memoria es sólo el medio, pero son los recuerdos los que le joden a uno la cabeza, la vida, la existencia. Son esas noches de suspiros, esos tubitos de hierbas consumidos, esos abrazos podrídamente ricos, malditamente ricos, inútilmente ricos. Todo esto que se ha dicho, que se ha quedado en el tintero, todo esto, todo aquello, todas las putas ideas, todo este puto arraigo, toda esta maldita ansiedad descomponiéndose en mis venas, tanto recelo, tanto orgullo y aún así, tanto remordimiento. Tanto puto remordimiento.

Uno vive, se muere en las manos de alguien. Uno ríe, llora en el hombro de alguien. Uno hace, espera en los ojos de alguien.

Esto y aquello y todo lo demás... ella. Ella, la helada, la concupiscente, la esotérica, la real, la inerte, la fresa, la patada-en-los-huevos, la inmóvil en un momento eterno de mis memorias recurrentes.

Esto, esta maldita aflicción y el desvelo me hacen hacer lo que hago para hacer algo, porque aunque haga poco, se hace lo que se puede.

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