Soledad

Pero ella me alcanzó a mí primero,
la soledad (esa perra),

con el deseo, con la intención.

¡Ay! soledad de confusión
soledad de obediencia,
soledad de darlo todo
por sentado

o por idiota.

¡Ay! soledad que me inunda,
porque a todos he abandonado,
y es entonces que ha llegado,

soledad, la soledad infinita de la que hablan el poeta,
el doctor, el abogado y
el profetanalfabeta...

Esa soledad que se ve apetecible
de lejos,
pero que sabe amarga en la boca,
de cerca.

Esa soledad que no inspira cuando no se tiene,
esa soledad que consume cuando llega,
entra y se toma un café con el alma endiablada
del pobre solitario consumido.

Todos se han apartado, ya todos se han ido.

Mi soledad y yo nos hemos tomado las manos.

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